De acuerdo con las estadísticas oficiales del IPS, solo en 2024 se comunicaron 5.136 accidentes de trabajo, la cifra más alta desde que se tiene registro sistematizado. El crecimiento, comparado con 2023, fue del 10%; pero si se observan los últimos años, la tendencia es aún más alarmante: los siniestros prácticamente se duplicaron desde 2021. “Los datos nos permiten entender que el riesgo no es abstracto; es real, medible y prevenible”, subrayó Ibáñez.
La inteligencia de datos: la nueva herramienta
Por primera vez, IPS dispone de estadísticas de siniestralidad laboral a través del Observatorio Institucional, con registros desde 2010. Este recurso busca que empleadores y trabajadores comprendan el origen de los accidentes para prevenirlos antes de que ocurran.
“La prevención no es un gasto; es la inversión más estratégica en el capital humano”, explicó la especialista. Para ella, trabajar sin datos es operar “a ciegas”, exponiendo a las empresas a duplicación de costos, ausentismo, reposos prolongados y eventuales indemnizaciones.
Los números revelan patrones: Casi el 80% de los accidentados son hombres; el grupo más afectado, jóvenes de 18 a 28 años; hora crítica, entre las 6:00 y las 11:59, coincidiendo con picos de actividad; sector más riesgoso, comercio y reparación de vehículos (Grupo G – CIIU), donde ocurre más de la mitad de los accidentes; principal causa, vehículos y siniestros viales, acercándose al 50% del total; lesión más común, extremidades superiores (brazos, manos, dedos).
“Cuando sabemos dónde, cuándo y por qué ocurre un accidente, podemos intervenir antes de que pase. Ese es el poder de la estadística”, remarcó Ibáñez.
El costo detrás de cada accidente
Los accidentes laborales generan un triple impacto:
Para el trabajador: pérdida de ingresos, gastos no cubiertos y riesgo de incapacidad permanente. Un accidentado de cada 61 ya recibe pensión por invalidez.
Para la empresa: interrupción operativa, reposiciones de personal, multas, trámites y pérdida de productividad.
Para el país: aumento del gasto social y presión sobre el sistema previsional.
La especialista enfatizó que la seguridad laboral se ha convertido en un “indicador de eficiencia empresarial” y no solo en una obligación legal.
Qué debe hacer la empresa cuando ocurre un accidente
Una vez ocurrido el siniestro, la reacción debe ser inmediata y precisa. Según el protocolo del IPS, el empleador debe:
Notificar el accidente en un plazo máximo de ocho días, utilizando el formulario oficial.
Adjuntar toda la documentación obligatoria: certificación médica original, copias de cédulas del empleador y del trabajador, RUC y, en casos viales, denuncia policial.
Garantizar que el trabajador reciba atención médica inmediata, incluso si no es en un centro del IPS.
Conservar y remitir documentación clínica externa cuando corresponda.
Ibáñez aclaró que la comunicación del empleador no determina que el hecho sea tipificado como accidente de trabajo: esa decisión corresponde exclusivamente a la Comisión de Accidentes del IPS, tras analizar horario, diagnóstico, informes y circunstancias del hecho.
“También es responsabilidad de la empresa investigar internamente el incidente para corregir las condiciones que lo generaron”, añadió.
Reposo y rehabilitación: un proceso que puede extenderse hasta tres años
El IPS puede cubrir hasta 52 semanas de reposo médico por incapacidad temporal. Si el trabajador no puede volver a sus funciones, se somete a Junta Médica. Dependiendo de la evolución, el periodo de protección puede extenderse por dos años adicionales bajo la figura de jubilación por invalidez temporal.
Tras este periodo, el IPS determina si existe incapacidad permanente, lo que puede dar lugar a una jubilación o indemnización.
La prevención como ventaja competitiva
“La diferencia entre una jornada normal y un accidente grave está en identificar los riesgos antes de que el daño ocurra”.
Con datos actualizados, protocolos y una cultura preventiva, las empresas pueden reducir drásticamente su siniestralidad y construir organizaciones más seguras y eficientes.