Tensión entre Brasil y EE.UU.: ¿cómo se reconfigura el mapa de exportaciones?

La relación entre Brasil y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más tensos en décadas, marcada por la reciente condena de Jair Bolsonaro y la respuesta de Donald Trump. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva criticó al mandatario estadounidense en una entrevista con la BBC, acusándolo de haber impuesto sanciones a Brasil por motivaciones personales y en defensa de su afinidad con el expresidente brasileño, sentenciado a más de 27 años de prisión por intentar un golpe de Estado.

 

Durante el proceso judicial, Trump aplicó en julio de 2025 un arancel adicional del 40% sobre una amplia gama de productos brasileños, llevando la tarifa total al 50% en cerca de un tercio de las exportaciones hacia Estados Unidos. La medida golpea directamente a sectores como el café y la carne, aunque exime a bienes estratégicos como aeronaves civiles, vehículos y combustibles. Además, el gobierno estadounidense sancionó al juez Alexandre de Moraes bajo la Ley Global Magnitsky, revocó visados a ministros del STF y al titular de Salud, profundizando el enfrentamiento diplomático.

“Los propios norteamericanos serán afectados por las medidas que tomó Trump. Van a tener carne más cara y café más caro”, advirtió Lula, lamentando que las dos economías, tradicionalmente complementarias, se enfrenten ahora en un clima de creciente hostilidad. Los datos comerciales respaldan su preocupación: el déficit de Brasil con Estados Unidos se disparó un 608% en los primeros siete meses de 2025, reflejo de un comercio trabado por tarifas y por la incertidumbre en la demanda.

Para la politóloga Tania Bettoni, magíster en Development Studies por la University of Melbourne, el conflicto tiene raíces más profundas de lo que aparenta. “Hay una tensión con Estados Unidos más marcada desde que Brasil empezó a vender carne y otros productos de origen animal a China y países del sudeste asiático, justamente por los aranceles de Trump. Esa tensión inicial parecía económica, pero hoy claramente es política, ya que Trump tiene un discurso de defensor de los líderes conservadores”, analizó.

En paralelo, las consecuencias de las medidas proteccionistas recaen sobre los consumidores. Bettoni coincidió con Lula en que finalmente el consumidor será el que pague las consecuencias, al tener que abonar un precio mayor por productos básicos como café y carne. El impacto, advirtió, no será solo en el bolsillo de los estadounidenses, sino también en la estructura del comercio global, al empujar a Brasil a buscar otros destinos para sus exportaciones.

De hecho, la crisis con Washington acelera la estrategia de diversificación de mercados que el gigante sudamericano viene desplegando en los últimos años. “En cuanto a la geopolítica, Brasil ya viene aprovechando estas imposiciones de Estados Unidos, pues está abriéndose a nuevos mercados y profundizando relaciones con China y países asiáticos”, agregó Bettoni, subrayando que la coyuntura podría fortalecer el papel de Brasil en un escenario multipolar.

Mientras Trump sostiene que “Estados Unidos no necesita a Brasil, sino que son Brasil y todos los países del mundo los que necesitan a Estados Unidos”, el gobierno de Lula parece decidido a capitalizar el aislamiento con Washington como una oportunidad para reposicionar a Brasil como actor clave en Asia y reforzar su autonomía frente a la agenda estadounidense.

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