El Dr. Bueno señaló que la andropausia consiste en la disminución progresiva de la testosterona, la hormona responsable de varias funciones, desde el deseo sexual hasta la fuerza muscular. El especialista indicó que este proceso guarda similitudes con la menopausia femenina debido a su origen hormonal, aunque funciona de forma diferente: “En la mujer hay un indicador claro, que es la interrupción del ciclo menstrual. En el caso del varón, no existe un parámetro que indique el momento exacto en que se produce el descenso más marcado de testosterona”, afirmó.
De acuerdo con datos publicados por Sandhya Pruthi, jefa de redacción médica de Clínica Mayo, los niveles de testosterona disminuyen alrededor de un 1% anual después de los 40 años, pero la mayoría de los hombres mayores mantienen valores dentro del rango normal. Solo entre un 10% y 25% presentan niveles realmente bajos. El especialista remarcó que el fenómeno no es universal: “Hay hombres que pasan los 50 años sin ningún síntoma”, aclaró. Generalmente, los signos aparecen entre los 40 y 50 años, aunque dependen de cada caso.
El Dr. Bueno detalló que ciertas condiciones pueden acelerar la aparición de síntomas, como la obesidad, la diabetes, enfermedades autoinmunes o patologías crónicas. En el caso de los pacientes con exceso de peso, explicó que los resultados de laboratorio suelen mostrar niveles reducidos de testosterona y que, al adelgazar, esos valores pueden volver a la normalidad. “La obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes”, subrayó.
Consultado sobre los síntomas que motivan una consulta médica, mencionó la disminución del deseo sexual, la disfunción eréctil, el desgano general, cambios notorios en el estado de ánimo y la pérdida de masa y fuerza muscular.
“La testosterona es una hormona anabólica; cuando disminuye, también lo hace la masa muscular”, explicó. Frente a estos signos, el especialista indicó que el paciente debe realizar un análisis de sangre: “Se considera bajo cuando está por debajo de 250 nanogramos por decilitro; por encima de 300 es normal, y entre 250 y 350 tenemos una zona gris”, detalló.
Respecto al tratamiento, el Dr. Bueno remarcó que solo se inicia cuando existen síntomas y evidencia de laboratorio, y que no corresponde medicar únicamente por molestias inespecíficas. “Muchos pacientes llegan pidiendo tratamiento farmacológico directamente, pero no podemos recetar testosterona sin pruebas”, enfatizó. Antes de iniciar cualquier intervención, el especialista también descarta causas psicológicas o factores como estrés laboral o sedentarismo.
En los casos confirmados de testosterona baja, el tratamiento incluye diferentes formas de administración de testosterona: inyecciones intramusculares cada dos o tres semanas, geles o parches transdérmicos, comprimidos orales y los llamados pellets subcutáneos, pequeñas varillas que liberan la hormona durante cuatro a seis meses. Aclaró que este tipo de terapia requiere control riguroso porque no está indicada para todos.
El especialista advirtió sobre contraindicaciones y riesgos, especialmente en pacientes con sospecha o diagnóstico confirmado de cáncer de próstata: “La testosterona actúa como combustible para un tumor prostático”, señaló. También mencionó la necesidad de controlar parámetros como hemoglobina, glucosa y perfil lipídico durante el tratamiento.
Finalmente, destacó la importancia de la prevención desde edades tempranas. “Todos vamos a experimentar una declinación de la testosterona, pero la magnitud de los síntomas depende de los hábitos. Mantener actividad física, una buena alimentación y un peso saludable puede marcar la diferencia”, recomendó.