Para la mala fortuna del mandatario chileno, solo fue cuestión de tiempo para que la sociedad chilena comience a tomar protagonismo dentro de esta serie de descontento que caracteriza ahora a Sudamérica. "Generalmente, Chile junto a Uruguay son los dos modelos de democracia que están más cercanos a lo óptimo en distintos informes y encuestas”, recordó Camilo Filártiga, máster en estudios políticos. A pesar de esa buena percepción que se tiene, Chile es un país con brechas internas de desigualdad, según el informe de la Cepal “Panorama Social de América Latina”, el cual indica que el 1% más rico se quedó con el 26,5% de la riqueza en 2017, mientras el 50% de los hogares con menores ingresos accedió apenas al 2,1% de la renta neta del país.
De acuerdo al informe, el sueldo mínimo en Chile es de US$ 423 y la mitad de los trabajadores gana US$ 562, más o menos G. 3.624.000. En complemento, datos de la Universidad Diego Portales de Chile confirman que el salario medio se ve disminuido por ser Chile el noveno país más caro de un total de 56 países alrededor del mundo, por ende, el aumento del pasaje en 30 pesos –llegando a 830 pesos lo que equivale a US$ 1,15– impactaría directamente en el bolsillo de la ciudadanía, teniendo en cuenta que existen familias que pueden llegar a gastar hasta el 30% de su sueldo en transporte.
Sobre el modelo económico, el especialista en Relaciones Internacionales, Carlos Olmedo, añadió que para los sectores conservadores, Chile siempre fue y es un ejemplo a seguir, pero igualmente “no se puede negar que es un país que experimentó un crecimiento económico importante, sin arremeter contra la desigualdad”.
“Además del tema del transporte, existe una gran parte de la sociedad que no puede acceder a ciertos servicios como la salud, la educación universitaria, que es muy costosa, y similar al modelo norteamericano que se sostiene en el endeudamiento”, apuntó Filártiga, quien también aclaró que el aumento de los 4 a 5 centavos (de dólar) que decidió el gobierno fue la gota que derramó el vaso de demandas insatisfechas, que incluso con los gobiernos de izquierda como el de Bachelet no se pudieron solucionar.
Izquierda vs. derecha, el error común
Para Filártiga es un error analizar el caso chileno desde una óptica izquierda vs. derecha, así como afirmar que las movilizaciones en Chile forman parte de operaciones impulsadas desde el eje bolivariano, uno de los argumentos difundidos en los medios de comunicación. Asimismo, sostuvo que las movilizaciones realizadas en Chile “fueron muy masivas y desorganizadas como para ser actividades orquestadas por dirigentes políticos de afuera”.
Por otra parte, los saqueos y hechos vandálicos no tienen nada que ver con la libre expresión –según Filártiga– y son hechos que “deben ser penalizados y sancionados”. Además, “las actividades vandálicas lo que hacen es desviar la atención de las demandas que la sociedad chilena tiene”, aseguró Filártiga.
Seguridad y uso de la fuerza en Ecuador y Chile, otros protagonistas.
Ecuador es otro país que aguantó masivas movilizaciones por una decisión de Lenin Moreno de sacar un histórico subsidio al gasoil, y tuvo medidas similares a Chile desde la gestión de la seguridad. En ambos países se declaró estado de sitio y toque de queda. Para Filártiga, estas decisiones “demuestran el fracaso de la política, porque justamente la política es el instrumento que debe intermediar para que no llegar a estas situaciones”.
En el caso chileno, Piñera dijo en una conferencia de prensa: “…estamos en una guerra contra un enemigo muy fuerte”, tras observar las sistemáticas manifestaciones. Sobre esto, Olmedo, especialista en Relaciones Internacionales, expresó: “El discurso de confrontación que propone Piñera dice mucho sobre su visión de desarrollo en la que la desigualdad se percibe como natural y las movilizaciones ilegítimas”.
Perú: un caso aparte
Otro escenario políticamente turbulento en la región de dio Perú, que en realidad se diferencia bastante de lo ocurrido en Ecuador y Chile por tener conflictos específicamente referentes a la decisión del actual presidente de suspender al Congreso (con mayoría fujimorista) por rechazar dos veces la propuesta de conformación del Tribunal Constitucional. "Martín Vizcarra después de esta decisión salió más fortalecido, pero hay que recordar que no ganó elecciones, fue vice de Pedro Pablo Kuczynski, por lo que de alguna manera no tenía tanta legitimidad política. A mí me parece que el tema peruano tiene que ver con el diseño institucional y de las fuerzas políticas", finalizó Filártiga.