¿Cómo empezó su carrera empresarial?
En 1977 me recibí de ingeniero civil en la Universidad Nacional de Asunción y, a partir de ahí, emprendí mi propia empresa de construcción y movimientos de tierra. Un año después, el empresario José R. Bogarín, de Concretmix, me invitó a trabajar con él en su empresa, que en ese momento se dedicaba a obras viales y empedrados, con la intención de expandirse en el sector de las obras públicas.
Siempre quise ser empresario e independiente, no trabajar como empleado. Cuando le manifesté esto, él me ofreció una sociedad, y así comenzamos una relación laboral que duró 37 años, hasta su fallecimiento. Luego de su muerte, la empresa se dividió entre la familia, y cada uno siguió su propio camino.
A lo largo de los años, no solo me dediqué al sector de la construcción, sino que también diversifiqué mis inversiones. Junto a mi socio, adquirimos el Frigorífico Guaraní, lo que nos permitió incursionar en un nuevo rubro. Más adelante, ya en forma personal, seguimos invirtiendo en otros sectores.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Uno de los principales obstáculos en Paraguay es el tamaño del mercado. Al ser un país con una economía pequeña, expandirse y consolidarse como una gran empresa dentro de un solo rubro resulta complicado. En sectores como la construcción y la obra pública, por ejemplo, la "torta" es limitada y debe repartirse entre muchas empresas, lo que deja a cada una con una porción menor.
Por esta razón decidimos diversificarnos. Iniciamos en la industria de la construcción, luego incursionamos en el sector de alimentos, más tarde en la alimentación bovina y, finalmente, en otros rubros. En todos ellos, hay múltiples actores compitiendo por su espacio, por lo que la mejor estrategia fue expandirnos a diferentes sectores para asegurar el crecimiento y la sostenibilidad de la empresa. En Paraguay, este sigue siendo uno de los mayores desafíos para desarrollar empresas de gran envergadura.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
A lo largo de 47 años de trayectoria en la construcción, desarrollamos obras de gran envergadura y relevancia para el país. Una de las más emblemáticas y recientes es la duplicación de la Ruta 2, que abarca desde Caaguazú hasta Ypacaraí. También fuimos parte de la Ruta Bioceánica, una obra de 275 kilómetros que conecta Carmelo Peralta con Loma Plata, convirtiéndose en una de las más extensas del país.
En el sector industrial logramos posicionarnos en la industria frigorífica con Frigorífico Guaraní. En el ámbito de alimentos, alcanzamos importantes hitos, como el liderazgo en la producción de hamburguesas Guaraní, que hoy dominan más del 80% del mercado paraguayo desde 2003. También logramos consolidarnos con productos tradicionales como la sopa paraguaya y la chipa guasú, siendo una de las empresas más fuertes del sector.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Tuve la fortuna de recibir los mejores consejos a lo largo de mi vida. Mi padre fue mi primera gran influencia, aunque falleció joven, a los 54 años, cuando yo tenía 30. Durante el tiempo que estuvo conmigo, me impulsó a estudiar ingeniería, al igual que él, lo que me abrió la mente y me dio las herramientas para emprender en distintos negocios.
Mi otro gran mentor fue mi socio, el señor Bogarín, quien tenía 50 años cuando nos asociamos, mientras yo tenía 23. Compartimos 37 años de trabajo juntos hasta su fallecimiento a los 87 años. Siempre me guió con sabiduría, aconsejándome sobre qué hacer y qué evitar en los negocios. No podría decir que me faltaron buenos consejos.
Al empresario que se inicia le recomiendo mucho esfuerzo y no darse por vencido. Siempre hay problemas, todo el mundo los tiene. No darse por vencido cuando vienen, porque ninguno dura para siempre, todos son por un pequeño momento nada más.
Lo segundo, el esfuerzo tiene que ser constante, permanente desde el inicio, desde el comienzo del día hasta el final. El esfuerzo es el camino hacia el éxito.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
El Estado es el aliado más importante para cualquier empresario, ya que regula y ordena las actividades económicas. Su papel es clave en el desarrollo de cualquier país, por eso es fundamental elegir un gobierno que mantenga una línea de crecimiento estable. En Paraguay, tuvimos una experiencia interesante en este sentido.
No podemos compararnos con economías como Brasil o Argentina, pero sí con países de tamaño similar, como Uruguay, que es un modelo a seguir. Hoy, con la reciente calificación de grado de inversión, Paraguay tiene la oportunidad de acercarse a ese nivel de desarrollo.
Muchas veces no valoramos la estabilidad hasta que la perdemos. En Paraguay, hace más de 20 años que tenemos una inflación controlada y una moneda estable, lo que nos ha permitido mantener un nivel de vida predecible.
Hay mucho que reclamar para mejorar en el país, y uno de los principales desafíos es la generación de empleo. Un gran avance en ese sentido es la nueva Ley para las Mipymes, que busca formalizar a quienes hoy operan en la informalidad, sin cuenta corriente ni acceso a beneficios estatales.
Otro aspecto a mejorar, especialmente en Asunción y Central, es el transporte público. Es fundamental optimizar el sistema para que la gente pueda trasladarse de manera más rápida, cómoda y segura en todos los horarios. Finalmente, la seguridad sigue siendo una prioridad. Necesitamos mayor presencia policial en las calles para garantizar el bienestar de la población y continuar mejorando en este aspecto.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Creo que una de las mayores virtudes del empresario paraguayo es su resiliencia. Aguantamos cualquier crisis que se nos presente. La pandemia fue un claro ejemplo de eso: aunque algunos sectores, como el gastronómico, sufrieron mucho, la mayoría de las empresas lograron recuperarse y muchas incluso renacieron con más fuerza. La persistencia es otra característica clave. No nos damos por vencidos fácilmente, insistimos y trabajamos.
Siempre se espera que el gobierno ayude, pero en realidad, el sector privado y los bancos son los que realmente pueden impulsar el crecimiento cuando se necesita apoyo financiero.
¿El empresario actual debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
La formación y el perfeccionamiento en el área de trabajo es fundamental. Hoy en día hay muchas opciones disponibles, incluso online, así que no hay excusas para no seguir aprendiendo. Creo que la formación debe ser continua y nunca detenerse, especialmente en el negocio en el que uno se desempeña.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
Uno de los libros que leí y que realmente me marcó en el ámbito empresarial es La estrategia del océano azul (Blue Ocean Strategy). En él se habla de dos tipos de mercados: el Mar Rojo y el Mar Azul. El primero representa la competencia feroz, donde muchas empresas luchan por una misma cuota de mercado, lo que genera conflictos y hace que el crecimiento sea más difícil. En cambio, el segundo es el espacio ideal, donde una empresa encuentra un nicho propio, se diferencia de los demás y navega con mayor tranquilidad.
¿Alguna frase que lo defina?
Tengo varias frases. Una de ellas es "El esfuerzo es el camino al éxito", porque creo firmemente que sin dedicación y constancia no se llega a ninguna parte. Otra es que "la esperanza nunca la voy a perder, ni me la van a quitar".
También me identifico con la famosa frase de Confucio: "Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ningún día de tu vida". Cuando haces algo que realmente te apasiona, no lo ves como una obligación. En lugar de sufrir porque llega el lunes, estás entusiasmado por lo que vas a hacer, por los proyectos que tienes en marcha y por las oportunidades que se presentan.
¿Cuál es su recomendación para mantener al equipo motivado?
Creo en la importancia de los incentivos. La clave es establecer objetivos claros y recompensar los logros alcanzados. Si cumplimos una meta, obtenemos un beneficio y ese reconocimiento se comparte con todos.
También es fundamental el reconocimiento público. Por ejemplo, en reuniones destacar a quienes han tenido un desempeño sobresaliente, ya sea un individuo o un departamento completo, porque el reconocimiento impulsa a las personas a seguir esforzándose. En definitiva, mantener la motivación pasa por valorar los logros y recompensar el esfuerzo de manera justa.