“La suba del combustible, como hecho aislado, no implica un aumento en la misma proporción en todos los productos. Hay algunos artículos en los que la incidencia del combustible es mínima y seguramente no subirán”, manifestó el titular de Capasu, quien aclaró que son los proveedores de productos los que realizan los ajustes y los supermercados los adecuan a sus márgenes de ganancia.
Sin embargo, aseguró que de existir incremento de precios, no se dará de manera masiva y analizarán junto a los proveedores si es que se registra subas incentivadas por el incremento del precio del combustible. “Tanto los supermercados como los proveedores estamos interesados en que las ventas se sostengan. El contexto es el de una recuperación económica aún no consolidada, por eso no es oportuno que los precios de los productos suban”, añadió.
En cuanto a las expectativas del sector, sostuvo que las medidas de apoyo del Gobierno deben continuar porque la crisis sanitaria aún sigue y todavía quedan alternativas de incentivos que se pueden tomar hasta que se regularice la situación del empleo.
Suba de precios sugiere replantear políticas económicas
Por su parte, el economista de Investigación para el Desarrollo (ID), Jorge Garicoche, consideró que es probable que los alimentos de origen nacional también suban ya que la logística e incluso la producción depende del combustible. “El año pasado hubo bajas históricas en el precio del crudo y no la sentimos en los precios de los productos. Me parece interesante que Petropar comience a transparentar esa información para tener el panorama más claro”, aseveró.
Entretanto, recordó que en el último Índice de Precios al Consumidor (IPC) ya se registraron algunas subas de precio en productos de la canasta básica, lo cual obliga a que se tomen medidas económicas. “No hay una recuperación plena de la economía, pero si comparamos la inflación actual con la de meses del año anterior se observa que a partir de noviembre se normalizaron los precios”, complementó.
Según el IPC, hubo ítems que reportaron una suba leve o considerable de precios, como la carne vacuna, carne de cerdo, carne de pollo, los alimentos consumidos fuera del hogar, los analgésicos, antihistamínicos, vitaminas, alcohol, servicios de laboratorio, servicios hospitalarios, electrodomésticos y servicios para el hogar.
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“Hay que ver cómo compensar con la política monetaria la política fiscal, si inyectamos dinero y no tenemos un mecanismo de absorción, generaremos un empuje a la inflación y afectará a la gente a la que se está ayudando”, concluyó Garicoche.