Según el documento, que para no afectar la estructura de política monetaria que maneja la inflación o el tipo de cambio, es determinante aprobar la extensión.
A su vez, confirmó que por factores económicos internos como la reducción de la exportación de granos o factores externos como el bajo crecimiento de los países de la región, se redujo la tasa de crecimiento a tan solo 0,2%.
De acuerdo al proyecto de ley, durante el Ejercicio Fiscal 2019 se esperaban ingresos tributarios por G. 25,3 billones, pero que la cifra fue ajustada a G. 23,4 billones. Es decir, se dejará de percibir (a diciembre) G. 1,9 billones (US$ 300 millones aproximadamente).
¿Estamos haciendo bien?
El economista de Investigación para el Desarrollo (ID), Jorge Garicoche, explicó que el déficit se produce cuando los gastos son mayores que los ingresos, y justamente lo que sucedió en esta ocasión, es que los gastos estipulados a realizar en 2019, están siendo ejecutados actualmente, pero que el ingreso tributario esperado no llegó a los valores proyectados.
"Entonces esa brecha de déficit ya se tenía prevista, solo que ahora es mayor. Aquí hay gastos rígidos, como el pago de salarios a funcionarios y gastos de capital, que se refiere a todas las inversiones en infraestructura. Definitivamente no es una buena opción realizar recortes en estos momentos, teniendo en cuenta la coyuntura económica", sugirió Garicoche.
“Es interesante agrandar la brecha del déficit”, según Garicoche, dado que la inversión en infraestructura genera un retorno en productividad a corto o mediano plazo. “Porque tiene un efecto derrame, generando puestos de trabajo, estimulando el flujo de dinero entre las empresas o industrias, potenciando la adquisición de bienes de capital, y otros puntos relevantes”, subrayó.
No obstante, advirtió que el incremento del 1% o 1,5% del déficit debe establecerse en qué será empleado, para evitar que sean destinados a gastos corrientes, y tratar que sean designados a gastos de capital, en su totalidad, gracias a un blindaje que se estipula en el tratamiento.
"Hay que ir al origen del déficit fiscal, Paraguay se encontró en default selectivo en el 2002. A partir de ahí, empezamos a tener una disciplina fiscal fuerte que nos llevó a siete u ocho años de superávit fiscal, y en 2012, como estímulo de la economía, el Estado invirtió una suma importante, que volvió a generar déficit. Pero no se utilizó necesariamente en gastos de capital, sino más bien se lo utilizó en gastos corrientes", recordó.
A partir de ese año, no se volvió registrar un superávit, que “no es negativo si es que las inversiones son en proyectos competentes”, aclaró.
Por otra parte, el economista enfatizó que el bajo nivel de inversión pública no radica únicamente en tener un límite fiscal de 1,5%, sino que “guarda relación directa con la baja presión tributaria de nuestro sistema. Pero que para que sea bien recibida una reforma tributaria que demande más fondos de los contribuyentes, estos primero deben estar conformes con la manera en la que se administran los fondos disponibles”, concluyó.