El proyecto surgió por iniciativa de María Asunción Ruiz, propietaria del negocio, quien buscó desarrollar un rubro sostenible y con alto potencial de crecimiento. El administrador general es el economista Walter René Valdez Ruiz, encargado de los análisis de mercado, la estandarización de procesos y las decisiones de inversión.
InfoNegocios conversó con Carlos Montanía, encargado de sucursales de Caseroite, quien relató cómo, a base de ensayo, error y escucha activa al cliente, el negocio evolucionó al punto de requerir nuevas sucursales para atender la creciente demanda.
Antes de encontrar el modelo ideal, la familia incluso probó con la venta de bocaditos dulces y otras alternativas gastronómicas en el mismo espacio donde hoy funciona la casa matriz. Sin embargo, la idea no prosperó. Ese antecedente dejó experiencia, equipamiento básico y la intención de volver al rubro en algún momento. La oportunidad llegó cuando Walter Valdez decidió desarrollar un producto cotidiano y muy demandado en Paraguay: empanadas con calidad diferenciada.
Primero se trabajó en lo fundamental: la masa y los rellenos. Fueron meses de ajustes hasta lograr un estándar estable. La primera estructura fue apenas un pequeño local, ubicado en una zona de alto tránsito vehicular y peatonal. Sin campaña de lanzamiento, la recomendación boca en boca hizo lo suyo: el local se llenó y el concepto se instaló.
Hoy Caseroite cuenta con cuatro locales: la casa central de Caseroite está ubicada sobre Santa Margarita de Youville. La primera sucursal se encuentra sobre la avenida Nanawa, en Luque; la segunda, sobre la avenida Las Residentas, también en Luque; y la tercera, recientemente inaugurada, está ubicada sobre la avenida Laguna Grande, ya en la zona de San Lorenzo.
Montanía explica que el crecimiento no fue impulsivo, sino estudiado: “Muchos clientes nos preguntaban cuándo abriríamos en sus barrios. Entonces hicimos análisis de mercado, evaluamos costos de alquiler y localizaciones con buen movimiento peatonal y vehicular. Ahí decidimos avanzar”.
Uno de los factores determinantes de la expansión fue precisamente la alta concurrencia. En horarios pico, la fila de vehículos sobre la vereda y la espera extendida generaban un desafío. El nuevo local permite distribuir la demanda, mejorar la atención y reducir los tiempos de entrega.
Aunque el menú incorpora sándwiches y opciones rápidas, la mayor parte de la facturación se concentra en las empanadas. Actualmente tienen 24 sabores disponibles y los más solicitados son carne, jamón y queso, y pollo con catupiry. Aun así, los clientes rotan preferencias: quien hoy pide carne, mañana prueba otra variante.
Uno de los principios fundacionales del negocio es resolver cualquier inconveniente del cliente de manera inmediata. Montanía enfatiza ese punto: “Si el pedido vino incompleto o el sabor no corresponde, el cliente nos escribe y le reponemos el producto, enviamos delivery o devolvemos el importe. Lo importante es que quede satisfecho”.
Según explica, el objetivo es que la relación con el cliente sea transparente, empática y basada en la confianza. Esa cercanía, sumada a un producto con buena aceptación, derivó en locales llenos y un crecimiento sostenido.
Caseroite llega a su cuarta sucursal con una identidad consolidada, un modelo operativo basado en respuesta rápida y una demanda que no baja. La historia, que empezó como un pequeño desafío familiar y artesanal, se convirtió en una expansión ordenada y con perspectiva.
Hoy, la marca no solo suma metros comerciales, sino también fidelidad: clientes que regresan, recomiendan y, sobre todo, eligen el sabor de siempre.
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