La producción de soja en Paraguay creció 62% entre el 2008 y 2021, y a nivel mundial se alza como el sexto mayor productor de la oleaginosa, en un ranking donde Brasil va a la cabeza, seguido de EE.UU., Argentina, China e India. Mientras que en el primer lugar de los países procesadores de soja se encuentra China, siendo también el mayor importador del mundo, con una capacidad de molienda de 91 millones de toneladas estimada para el 2023; EE.UU., con 60,42 millones de toneladas; Brasil con 53,25 millones de toneladas; Argentina con 31,50 millones de toneladas; Unión Europea con 14,65 millones de toneladas. En el noveno puesto se ubican Paraguay e Irán, cuya estimación de molienda es de 3 millones de toneladas.
El mercado agroindustrial crece a pasos agigantados y los factores que evidencian su evolución son el porcentaje de cosecha anual con capacidad de procesar, el desarrollo de industrias asociadas y la institucionalización de una bolsa de comercio.
A Paraguay aún le queda mucho camino para ampliar su capacidad de industrialización, que si bien dio un salto gracias a las inversiones realizadas en el 2013 -cuando pasó de 1,5 millones a 4,5 millones de toneladas/año de capacidad de molienda-, sigue siendo el país con menor capacidad de procesar en proporción a su producción.
En cuanto a la negociación, en términos simples, en Paraguay, a la hora de comercializar el producto, el productor toma el precio fijado por la Bolsa de Chicago, de EE.UU., y luego debe recurrir a empresas privadas que se encargan de recabar datos para llegar al “basis” o “premio”. Lo hacen consultando a qué precio, por encima o debajo de Chicago, los compradores y vendedores estarían dispuestos a vender o comprar la producción.
A partir de esta información, los productores, las industrias y los exportadores ajustan los precios en base a los datos referenciales.
Un sistema de confianza
Sin embargo, en este sentido, Argentina creó una institución de confianza con más de 130 años de vigencia: Se trata de la Bolsa de Comercio de Rosario, la cual está compuesta por más de 1.200 socios, que alcanzó a negociar el 40% de la cosecha argentina en 2021, lo que equivale a 138.500 contratos.
Es un mercado no institucionalizado, donde oferentes (corredores y cooperativas) y demandantes (exportadores, fabricantes de aceite, molinos, etc.) negocian en forma privada e individual las condiciones de los negocios.
“Mientras que la fijación diaria de precios orientativos está a cargo de la Cámara Arbitral de Cereales, además de brindar un tribunal para la resolución de conflictos y la difusión diaria de información de mercado de forma pública”, agregó Miguel Simioni, presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, durante una visita organizada por la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro).
Y que se haya desarrollado en esta zona no es una casualidad, puesto que Gran Rosario “posee más de 31 terminales portuarias, 21 de las cuales tienen capacidad para embarcar granos, aceites y subproductos. Es un polo aceitero exportador que no se ve en ninguna otra parte del mundo. El 35% de las exportaciones argentinas salen de Rosario y la mitad de la producción de los principales granos se realizan en un radio de 600 km a la redonda de la zona portuaria”, indicó el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario.
La entidad puso las bases para los reglamentos del comercio de granos y creó un sistema confiable y transparente al que acuden los interesados para conocer, por ejemplo, el precio pizarra, que es publicado diariamente y refleja las operaciones del día anterior. Si bien no son precios obligatorios, la confianza hacia el sistema hace que lo tomen como referencia.
Además, la Cámara Arbitral de Cereales funciona como un intermediario neutral para la rápida resolución de conflictos entre partes de un contrato, cuyas resoluciones -inapelables- pueden salir en cuestión de minutos. De esta forma, raramente llevan sus casos a la justicia ordinaria, la cual demora mucho más para emitir un fallo.