Diseñado por el ingeniero Jørgen Anker Olsen en colaboración con la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, Olympus no se parece en nada a los róveres tradicionales. En lugar de ruedas, cuenta con cuatro patas articuladas con terminaciones acolchadas que le permiten tener una tracción superior y desplazarse con naturalidad sobre superficies irregulares, rocosas o inestables. Con esta capacidad, gracias a su estructura, Olympus puede incluso entrar en tubos de lava o cavernas, lugares inexplorados hasta ahora en Marte y la Luna.
En un planeta donde la gravedad es apenas un 38% de la terrestre, esta versatilidad toma aún más valor. Cada salto que ejecuta Olympus puede superar obstáculos que para un róver rodado serían insalvables. Por eso, la ESA apuesta a que este robot puede abrir rutas inéditas, explorar zonas inaccesibles y complementar la labor de los róveres que conocemos.
Para probar sus habilidades, Olympus fue llevado al centro ORBIT en los Países Bajos, un laboratorio especializado en simular condiciones de baja gravedad. Allí, el robot fue colocado boca abajo sobre una plataforma flotante para emular la ingravidez marciana. Equipado con un sistema de aprendizaje por refuerzo —una rama avanzada de inteligencia artificial que mejora su desempeño a través del ensayo y error— Olympus aprendió a corregir su postura, estabilizarse y ejecutar saltos controlados de pared a pared, aterrizando con precisión sobre sus cuatro patas.
La directora del proyecto en la ESA, Jørgen Anker Olsen, explicó que “Olympus puede moverse de manera similar a un animal, adaptándose a terrenos difíciles que frenan a los vehículos de ruedas”. Además, destacó que esta tecnología representa “un salto cualitativo para la exploración, ya que permite entrar en cuevas y grietas que guardan secretos geológicos y potenciales indicios de vida”.
Este robot no solo promete mayor movilidad, sino también autonomía y resistencia para misiones prolongadas. Su diseño pensado para sortear obstáculos naturales y su inteligencia artificial lo hacen un aliado ideal para futuras expediciones a Marte y a la Luna, donde explorar bajo la superficie podría revelar datos fundamentales sobre la historia y composición de estos cuerpos celestes.