“Nosotras buscamos algo más que pasear en moto: queremos ofrecer herramientas, oportunidades y beneficios para que cada integrante se prepare como motociclista responsable”, explicó Díaz de Cálcena. Bajo esa premisa, la asociación organiza cursos de conducción segura, maniobras en baja velocidad, frenado de emergencia y capacitaciones en seguridad vial en alianza con empresas del sector.
La historia de la presidenta se entrelaza íntimamente con la creación de la organización. “Yo estaba en medio de una profunda depresión, en uno de los periodos más difíciles de mi vida. Fueron mis hijas quienes me impulsaron a salir adelante”, recordó. Una noche, en un bar de rock que solía frecuentar, conoció a alguien que se convertiría en su compañera de ruta en este proyecto.
Lo que al principio iba a ser un encuentro exclusivo de mujeres con Harley Davidson terminó transformándose en una convocatoria abierta a todas las marcas y cilindradas. La respuesta sorprendió incluso a las organizadoras: 120 mujeres participaron de aquel primer encuentro nacional. De ese chat creado para mantener el contacto nació una comunidad que no tardó en tomar forma de fraternidad y, más tarde, de asociación formal con personería jurídica.
Más allá del entrenamiento y la preparación técnica, la asociación funciona como una red de contención y acompañamiento entre mujeres. “Este grupo ha fortalecido la unión. Es un espacio donde compartimos experiencias de vida y nos damos apoyo mutuo. Muchas chicas dicen que su vida cambió desde que forman parte de esta comunidad”, afirmó la presidenta.
La inclusión también es un valor fundamental, pues para formar parte no es obligatorio tener una moto propia. Aficionadas, acompañantes o quienes están pensando en subirse por primera vez a una motocicleta encuentran un espacio donde capacitarse y sentirse respaldadas.
El activismo social es otro de los sellos que distingue a la Asociación de Mujeres Motociclistas del Paraguay. Desde hace años, sus integrantes participan en iniciativas de impacto comunitario como el Pink Ride, la rodada más grande del país para concienciar sobre el cáncer de mama, y el Blue Ride, centrado en la prevención del cáncer de próstata.
Este 2025, con el tercer encuentro nacional de mujeres motociclistas, la bandera que levantaron fue la del septiembre amarillo con la primera Rodada Amarilla por la prevención del suicidio. “Queremos dejar un legado. Más allá de los derechos de la mujer, queremos apoyar causas que tocan de cerca a todas. Hoy llevamos el estandarte de la prevención del suicidio”, destacó Díaz de Cálcena.
Con la formalización de su personería jurídica, la asociación apunta a nuevas alianzas con instituciones públicas y privadas que fortalezcan sus programas. Porque el objetivo es seguir sumando mujeres, formar motociclistas responsables y, al mismo tiempo, contribuir a causas sociales de gran impacto en Paraguay.
El camino apenas comienza, pero ya dejó huellas profundas. Lo que nació como un encuentro espontáneo en 2023 hoy es una red que combina pasión por las motos, sororidad y compromiso social.
“Nosotras no somos un grupo de paseo nada más. Queremos ser una fuerza que inspire, apoye y transforme realidades”, resumió la presidenta, convencida de que cada rodada, cada capacitación y cada abrazo entre compañeras son pasos hacia un Paraguay donde las mujeres motociclistas rueden con más fuerza y confianza.