Lo artificial es enemigo público número uno. Los consumidores demandan alimentos naturales y menos procesados que obligan a muchas empresas del sector a retirar elementos artificiales de sus productos. Es un rotundo no a nivel mundial para los procesados, aditivos, colorantes u otros componentes artificiales. Por otra parte, la creciente preocupación sobre el medioambiente fomenta el desarrollo de nuevos productos ecológicos.
En el 2016 se pudo notar una tendencia que refleja la conexión entre el consumidor y la alimentación, fundamentado en la máxima “somos lo que comemos”. Además, la actual proliferación de programas deportivos ha creado una oportunidad para desarrollar una variedad de productos acordes con los objetivos de los consumidores. Cada vez más aumenta la necesidad de relacionarse emocionalmente con el producto y los ingredientes.
También ese año estuvo marcado por la revolución electrónica. Esta tendencia muestra el potencial de las compras online mediante aplicaciones móviles y plataformas digitales. Asimismo, los platos necesitan expresarse correctamente para ser suficientemente buenos para ser instagrameados o twiteados.
ALGUNOS ESTIGMAS DERRIBADOS
Durante los últimos años ha disminuido la percepción acerca de la grasa, ya que actualmente no es una barrera para el consumidor en relación a la alimentación saludable. Por su parte, el concepto de proximidad, de volver al origen, llevó al éxito al movimiento Slow Food.
El formato individual es un nuevo nicho de mercado. Las oportunidades que se derivan de esta tendencia incluyen las comidas para uno, el tamaño y el packaging de nuevos productos. El aspecto juega también un papel fundamental. Actualmente cuesta imaginar un producto que no tenga un envase llamativo y un diseño original.