Analizar las necesidades
Primordialmente, el análisis de las necesidades indicará el requerimiento de una empresa, que muchas veces puede no ser un curso. “Saber qué se quiere lograr con una capacitación, o si realmente esa capacitación solucionará los problemas de la empresa, porque a veces, simplemente se necesita una consultoría, un cambio en puestos de trabajo, o más colaboradores”, señaló.
Enfocado a la realidad
“Un curso debe estar acorde con la demanda actual de lo que necesitan las empresas locales”, subrayó Cristaldo Bernal. “Hay muchos cursos enlatados, que se adquieren de otras sociedades con otras necesidades, entonces, terminan sin ser lo que la empresa realmente necesita”, reconoció. Así, cada curso debería estar estructurado o al menos modificado según el requerimiento específico de la empresa a ser capacitada.
Las conferencias magistrales no sirven mucho
“Hablar demasiado, sin un diálogo y sin práctica, no es fructífero”, argumentó la formadora, agregando que el colaborador necesita pasar por la experiencia. “Los largos PowerPoint con imágenes predeterminadas y frases reiterativas están desactualizados y todavía rigen en muchas capacitaciones empresariales”, relató.
Explicó que todo se trata de cambiar los modelos estandarizados de enseñanza y aprendizaje en las organizaciones, por formas más interactivas, innovadoras y memorables para la mente de un colaborador. Lo ideal es simular situaciones prácticas de aplicación de soluciones, incluso de manera lúdica.
La participación es fundamental
“Es importante contemplar que todos los colaboradores que se vean involucrados en la meta a alcanzar, deben participar de la capacitación”, dijo. Dio como ejemplo un negocio gastronómico: en la atención, no solo participa un mesero, sino también el recepcionista, el barman, y hasta el personal de seguridad o valet parking.
Habilidades del siglo XXI
Bernal recordó que las habilidades del siglo XXI, o habilidades blandas, son las que ningún tipo de automatización puede otorgar, y que los colaboradores y directivos de una empresa deben adquirir y desarrollar: la toma de decisiones en base a criterios de valor, la empatía y la creatividad, entre otros. “No importa el nivel de responsabilidad o complejidad. Todos deben poder desarrollar estas habilidades, que solo el ser humano puede realizar en un puesto de trabajo”, concluyó.