La carne artificial o “cultured meat” como sus creadores prefieren llamarla, ya es una realidad mundial que promete llegar al mercado y al consumidor final en dos años más. Se trata de carne hecha a partir de células madres “alimentadas y criadas” en un laboratorio que permitiría “reducir los considerables costos ambientales de la producción de carne y eliminaría también en gran parte el tratamiento cruel y no ético que reciben los animales que se crían para la alimentación”, según un informe emitido por el Foro Económico Mundial y difundido por el portal Scientific American.
Según se explica en el artículo, para producir esta carne, los científicos recolectan las células madres del tejido, las multiplican y les permiten diferenciarse en fibras primitivas que luego se unen para formar un tejido muscular.
Esta carne cultivada contiene además de fibras musculares, tejido conjuntivo, grasa, venas y arterias. Para que la textura y el sabor se asemejen a la carne real, el músculo fabricado es mezclado con grasa animal (también sintetizada en laboratorio) y otros ingredientes como sal, huevo en polvo, miga de pan y jugo de remolacha, para lograr el color rojo característico.
Actualmente varias startups se encuentran trabajando en el desarrollo de este innovador producto alimenticio, como Mosa Meat (Holanda), Biotech Foods (España), Memphis Meats (EE.UU.), SuperMeat (Israel), Finless Foods (EE.UU), entre otros. También en Argentina lo están probando.
Según las pruebas realizadas por estos desarrolladores, el sabor es muy similar a la carne real por lo que aseguran que pronto comercializarán un producto competitivo, sabroso, saludable y más barato que la carne convencional.
Sin embargo, recientemente, un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Oxford reveló que la carne cultivada o sintética podría no ser una alternativa más sostenible desde el punto de vista climático, en relación a la ganadería tradicional, ya que podría dar lugar a un calentamiento global significativo.
Los expertos evaluaron el impacto del cambio climático de varios métodos de producción para la carne cultivada en laboratorio y en el campo, tomando en cuenta la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). El estudio analizó cuánto afectan los GEI a la temperatura y cuánto tiempo persisten en la atmósfera para comprender el impacto de la producción de ambos tipos de carne. Los resultados mostraron que reemplazar el ganado con carne cultivada en laboratorio puede no ser tan beneficioso.
Los métodos de producción de carne cultivada, que requieren grandes insumos de energía, podrían aumentar, a largo plazo, el calentamiento global más que otros tipos de ganadería, si los sistemas de energía siguen dependiendo de los combustibles fósiles.
No obstante, existen posturas a favor y en contra de esta nueva oferta cárnica que pronto estará disponible en el mercado, la decisión final la tendrán los consumidores.