Blanca Hanemann, miembro activo del CBVP, conoce de cerca las carencias que enfrentan a diario. “Actualmente somos unos 500 bomberos voluntarios, de los cuales alrededor de 200 están activos”, detalló. La central se encuentra en Asunción, pero sus integrantes provienen de varios puntos del país, como Mariano Roque Alonso, Limpio y otras localidades cercanas.
El día a día del cuartel no se limita a apagar incendios. También incluye servicios de rescate, atención en accidentes, asistencia en inundaciones, apoyo en eventos públicos y capacitaciones en prevención. Todo ello sin salario, sin aportes estatales y sin garantías mínimas.
“El objetivo principal de la corrida es recaudar fondos para mantenernos operativos”, afirmó Hanemann. Esa operatividad implica una serie de costos que muchas veces pasan inadvertidos para el ciudadano común: combustible, mantenimiento de móviles, limpieza del cuartel, compra de uniformes y equipos de protección, entre otros.
“El bombero de Asunción no recibe ayuda estatal. Lo que había era un pequeño aporte municipal, pero está suspendido”, comentó. Ante la falta de recursos oficiales, dependen de donaciones particulares, rifas, padrinazgos y contribuciones de vecinos que pueden aportar desde G. 5.000 o G. 10.000.
La corrida solidaria se realizará el próximo domingo 12 de noviembre, en la Costanera Norte. Declarada de interés nacional por el Senado, la iniciativa consiste en una competencia de 5 kilómetros, sin categorías, abierta a cualquier ciudadano que desee colaborar y correr con sentido.
El costo de inscripción es de G. 150.000 e incluye una remera conmemorativa. “Apuntamos a 2.000 o 3.000 corredores. No queremos solo presencia; queremos que la gente venga y ponga su granito de arena. Que una empresa diga ‘yo dono 200 remeras’ o que una familia diga ‘te dono lo que pueda’. Eso es lo que realmente nos sostiene”, expresó Blanca.
Mientras la ciudad duerme, al menos cinco bomberos integran la guardia nocturna. Son voluntarios, sin retribución, que muchas veces improvisan cenas comunitarias con lo que logran juntar en el día: G. 2.000, G. 3.000 o, con suerte, G. 30.000.
“Recibimos donaciones de equipos desde Holanda o EE.UU., pero a veces son uniformes muy grandes o muy pequeños. Lo que podemos, lo adaptamos; lo que falta, lo compramos con las ‘vaquitas’ que hacemos en el cuartel”, relató.
El CBVP también enfrenta desafíos estructurales, como una ampliación del cuartel que quedó a medio camino y la constante necesidad de invertir en capacitación profesional, muchas veces autofinanciada por los propios bomberos.
“Esta es una corrida solidaria. No es solo correr. Es mantenernos vivos, operativos, útiles”, puntualizó Blanca. Las donaciones pueden tomar muchas formas: remeras, agua, inscripciones o trabajo voluntario. “Una señora vino y me dijo: ‘no tengo mucho, pero quiero donar dos remeras’. Eso nos emociona, porque lo que no tenemos en dinero, lo tenemos en compromiso”, finalizó.