Este punto de madurez determina la capacidad del bulbo para soportar los procesos posteriores sin perder calidad ni presentar daños por patógenos. Según Garcete, una vez alcanzada esta etapa, la cebolla debe someterse a un proceso de curado durante 8 a 15 días, manteniendo temperatura y humedad ideales. Este paso asegura que el bulbo alcance la firmeza y sequedad necesarias para su almacenamiento y transporte, reduciendo el riesgo de pudrición y pérdidas económicas.
El técnico del MAG subraya la importancia del corte adecuado del pseudotallo. “Para realizar el corte debemos dejar al menos una pulgada por encima del bulbo, lo que permite que el pseudotallo siga secándose sin que ingresen patógenos ni hongos que puedan afectar la calidad del producto”. Asimismo, la extracción de las raíces puede hacerse de manera manual o con cuchillo, siempre cuidando de no provocar heridas en la cebolla, que podrían comprometer su conservación.
El siguiente paso clave es la clasificación y embolsado de los bulbos. Garcete detalla que la separación por calibres —coquitos, medianos y cebollones— no solo facilita la logística de comercialización, sino que también tiene un impacto directo en la rentabilidad. “Es fundamental que cada tamaño se pague según su valor en el mercado, evitando pérdidas económicas por mezclar productos de distintos calibres”, señala.
Este manejo meticuloso no solo beneficia a los productores, sino que también impacta en toda la cadena comercial. Una cebolla bien curada y clasificada puede mantenerse en buen estado durante semanas, lo que abre oportunidades para su venta en mercados locales e internacionales, donde la calidad y uniformidad del producto son altamente valoradas. Además, reduce desperdicios, un factor que repercute directamente en la sostenibilidad de la producción y la eficiencia de la cadena agroalimentaria.
La correcta post cosecha también contribuye a fortalecer la imagen del sector cebollero paraguayo. En un país donde la cebolla es un cultivo de relevancia económica para muchas familias rurales, la implementación de prácticas de manejo adecuadas representa un paso hacia la profesionalización del rubro. Garcete resalta que el acompañamiento técnico del MAG y la adopción de estas técnicas por parte de los productores puede generar un círculo virtuoso: mejor calidad del producto, mayores precios en el mercado y reducción de pérdidas.
En conclusión, la clave para maximizar la rentabilidad de la cebolla paraguaya no se limita a un buen cultivo, sino que continúa con un manejo post cosecha cuidadoso y planificado. Desde el momento del ablandamiento del pseudotallo hasta la clasificación final por calibres, cada etapa del proceso tiene un impacto directo en la calidad, durabilidad y valor comercial del bulbo. La adopción de estas prácticas no solo asegura beneficios económicos inmediatos para los productores, sino que también fortalece la posición del sector cebollero en mercados competitivos, nacionales e internacionales.
Con la aplicación de estas técnicas, el cultivo de cebolla en Paraguay puede avanzar hacia una producción más profesional, rentable y sostenible, consolidando su rol estratégico dentro del agro nacional y generando oportunidades económicas para miles de familias productoras.