Hace 15 años, Acela decidió traer los primeros plantines de arándanos desde Buenos Aires. En ese entonces, el cultivo prácticamente no existía en Paraguay y mucho menos en el sur del país. Aquellos plantines diminutos marcaron el comienzo de una apuesta que hoy florece como uno de los ejemplos más sólidos de diversificación agrícola. No había garantías de éxito, pero sí una intuición clara: “Yo probaba cosas por el mundo y me preguntaba qué sería esto, dónde podría conseguirlo”, recordó en contacto con InfoNegocios, con la naturalidad de quien convirtió la curiosidad en un modelo productivo único.
La experiencia fue tan positiva que incluso un desafío que parecía riesgoso terminó confirmando el potencial del rubro. Cuando debió trasladar 700 plantas de arándanos de un terreno a otro, el resultado fue sorprendente: el 95% sobrevivió sin alterar su rendimiento. Para ella, las claves son dos y no tienen secretos industriales: tierra ácida y agua pura. Ese equilibrio permite que hoy, en un predio de apenas cuatro hectáreas, Acela mantenga una producción que ya es referencia en la zona.
Este año volvió a lograr una cosecha destacada, con alrededor de 500 kilos de arándanos, además de una explosión de moras provenientes de más de 100 plantas. Las frambuesas también se multiplican, en tres variedades distintas, incluida la frambuesa negra, poco común en el país. Todos los cultivos se manejan sin agroquímicos, con un sistema completamente manual que exige precisión y cuidado. Por eso trabaja con ocho colaboradores que la acompañan en la cosecha, la poda y el mantenimiento, entre ellos mujeres que llevan décadas formando parte de su equipo.
Aunque sus volúmenes son considerables para un emprendimiento familiar, Acela mantiene un modelo de venta artesanal que escapa del esquema comercial tradicional. No tiene redes sociales, no posee un local de venta y tampoco busca posicionarse en grandes mercados. Sus clientes llegan por recomendación, especialmente restaurantes de Asunción y vecinos que conocen la calidad de sus frutas. El boca a boca es su mejor aliado y su sello diferencial sigue siendo la confianza en la procedencia de los productos. El kilo de arándanos ronda los Gs. 130.000, mientras que las moras y frambuesas se venden a G. 40.000.
Cada noviembre realiza la “Cosecha de frutos rojos”, un evento que este año reunió a jardineras, cocineros invitados y amantes de estos cultivos, convirtiendo su cabaña en un punto de encuentro para quienes buscan conocer más sobre la producción de frutos rojos en Paraguay. Ese encuentro sirve también como vitrina para mostrar el potencial del rubro y la posibilidad de replicarlo en otras regiones del país.
Acela insiste en que no busca expandirse a gran escala ni soñar con exportaciones. Su objetivo es más simple: demostrar que Paraguay también puede producir frutos rojos de calidad, siempre que se respeten las condiciones adecuadas y se trabaje con dedicación. Su cabaña en Misiones es hoy un ejemplo de cómo un proyecto familiar puede convertirse en una referencia nacional, impulsado no por una estructura empresarial, sino por el trabajo paciente de una mujer que encontró en la tierra su mejor aliada.
Así, entre plantas de arándanos, hileras de frambuesas y un cultivo de higos que este año promete una excelente temporada, Acela se consolidó como la reina de los frutos rojos con sello paraguayo, liderando un emprendimiento dulce, artesanal y auténtico que pone en valor la riqueza productiva del país.