Gabriela comenzó cocinando en su casa, sin imaginar que aquel hobby se convertiría en un emprendimiento que hoy cumple 14 años en el mercado. “Me di cuenta de que en Paraguay no teníamos un dulce para llevar como regalo afuera, como cuando vas a Argentina y traes alfajores. Ahí entendí que había un espacio para crear un producto que nos represente”, recordó.
Ese fue el momento en que nació la idea de unos alfajores que no solo sepan bien, sino que cuenten quiénes somos. Y así, Dulce Manjar se convirtió en una marca que combina ingredientes de alta calidad con elementos de identidad paraguaya, desde el Ñandutí y sus tejidos hasta figuras de nuestra fauna, como el yaguareté o el pájaro campana. Incluso los sabores —guayaba, maní ku’i, dulce de leche— dialogan con la esencia local.
El salto más difícil: profesionalizar la idea
Como muchos emprendedores, Gabriela enfrentó un punto de quiebre: dejar de ser “la chica que cocina en su casa” para transformarse en una marca estructurada. “El desafío más grande fue llevar el emprendimiento al siguiente nivel. Profesionalizar la empresa implicó inversiones, formar un equipo adecuado y armar toda la logística para ingresar a nuevos canales de venta y posicionar la marca”, asegura.
Ese crecimiento vino acompañado de nuevos productos y de una línea que hoy incluye seis variedades de alfajores, brownies, pastafrolas, alfajores diet sin azúcar con chocolate belga y el ya emblemático browniete, un brownie relleno de dulce de leche y bañado en chocolate blanco o negro.
Aunque la oferta es amplia, el clásico sigue reinando: “Nuestro producto estrella es el alfajor de dulce de leche”.
Innovación con arte paraguayo
El packaging es una de las joyas de Dulce Manjar. Desde el décimo aniversario, Gabriela decidió trabajar con artistas paraguayas para diseñar las cajas, convirtiéndolas en pequeñas piezas de arte que acompañan cada alfajor. “Queremos que el packaging también cuente nuestra historia. Por eso permanentemente buscamos artistas que puedan reflejar elementos paraguayos en sus diseños”.
Para ella, innovar no es solo crear nuevos sabores; es también reinterpretar la identidad paraguaya y llevarla a cada detalle del producto.
Un dulce para todos (y para regalar al mundo)
Gabriela tiene claro que sus alfajores no están dirigidos a un solo público. “Son para niños, jóvenes y adultos que quieran comer algo dulce o darse un gusto. Pero también para quienes buscan un regalo representativo de Paraguay, o para extranjeros que quieran llevar algo de nuestro país a sus familiares”.
Las redes sociales también juegan un papel clave en ese posicionamiento. “Eliminan barreras, amplían el impacto y permiten un intercambio fluido con los consumidores para incorporar tendencias”.
Lo que viene: una planta más grande en 2026
El próximo paso ya está en marcha: la marca trabaja en un proyecto para duplicar su fábrica en 2026. Con mayor capacidad de producción, el objetivo es claro: llegar a más puntos del país y seguir creciendo.