Luis Fernando Espinoza, técnico especialista en caña de azúcar del IPTA, explicó para InfoNegocios que actualmente se están evaluando 14 variedades de caña introducidas desde Argentina, seleccionadas de un total de 29 que fueron inicialmente importadas para pruebas. “Estas variedades se están probando en tres regiones productoras: Natalicio Talavera, Santa María (Misiones) y en Juan Eulogio Estigarribia, en Caaguazú”, señaló Espinoza. El objetivo es estudiar su rendimiento agrícola y su adaptabilidad a las condiciones climáticas locales, donde la sequía o las inundaciones pueden impactar la productividad.
Según Espinoza, las variedades en prueba destacan por ser tempraneras y por su alto rendimiento industrial. Esto significa que, además de generar una cosecha abundante en el campo, permiten extraer mayor cantidad de azúcar y alcohol, potenciando la eficiencia de las industrias procesadoras. “El rendimiento de azúcar y alcohol se ve incrementado con estas variedades. No se enfoca solo en uno de los productos, sino que ambas producciones pueden mejorar simultáneamente”, aclaró.
El trabajo de investigación está en curso y los resultados preliminares son alentadores. Se estima que dentro de dos años se podrán presentar conclusiones definitivas tras evaluar el comportamiento de las plantas durante un ciclo completo de cuatro a cinco años. Sin embargo, las variedades que ya se multiplican en Paraguay muestran un potencial significativo. Espinoza indicó que el promedio de rendimiento nacional es de 50 toneladas por hectárea, pero con el uso de semillas de alta calidad y prácticas agrícolas recomendadas, este potencial podría duplicarse, alcanzando entre 100 y 120 toneladas por hectárea.
Actualmente, Paraguay cuenta con unas 70.000 a 80.000 hectáreas destinadas al cultivo de caña de azúcar. El IPTA recomienda 16 variedades para su uso comercial, de las cuales ocho se están multiplicando en Talavera. Las semillas provienen principalmente de Brasil y Argentina, lo que garantiza su adaptabilidad a la región del Cono Sur. Este enfoque de selección y multiplicación busca no solo aumentar la productividad, sino también ofrecer alternativas a los productores frente a problemas logísticos y de procesamiento.
Espinoza también destacó los cuidados que requieren estas nuevas variedades. Las semillas son sometidas a procesos de sanitación, como el tratamiento térmico a 50,5 grados durante dos horas, que controlan enfermedades como el herpetismo de la soca y aseguran que las plantas mantengan su vigor e identidad genética. Además, durante los primeros 110 días del cultivo es crucial mantener el campo libre de malezas para garantizar un desarrollo óptimo.
En cuanto al ciclo de crecimiento, las variedades tempraneras maduran entre mayo y junio, mientras que las de maduración media lo hacen entre julio y septiembre, y las tardías entre octubre y noviembre. Esta diversidad permite planificar la cosecha de manera escalonada, optimizando la disponibilidad de materia prima para la industria.
El impulso a la innovación y al mejoramiento genético de la caña de azúcar no solo representa una oportunidad para elevar los rendimientos y la eficiencia industrial, sino que también fortalece la competitividad del sector en Paraguay. Con una producción más eficiente y adaptada al clima, los cañicultores podrían enfrentar de manera más estratégica los desafíos del mercado, garantizando la sostenibilidad de sus negocios y contribuyendo al desarrollo económico del país.