De acuerdo al Barómetro del Turismo Mundial de la OMT, en 2019 se registraron 1.500 millones de llegadas de turistas internacionales en el mundo, y se espera que este incremento del 4% con respecto al año anterior se repita en el 2020. Anuncia además que este es el décimo año consecutivo de crecimiento.
No obstante, aunque el turismo genere empleo y dinero a los países, en muchas grandes ciudades como Venecia, Barcelona, Ámsterdam, Nueva York, Bali –y más cerca de nuestro país- Machu Picchu–, hace unos años surgieron controversias respecto al daño natural y social causado por el turismo masivo, a la vez que los ciudadanos salieron a las calles a protestar por la cantidad de turistas cuyas llegadas al año exceden la cantidad de habitantes. Un ejemplo es Venecia, “la ciudad flotante”, donde la gobernación ya tomó medidas y desde el 2019 regula la entrada de los cruceros a su puerto principal, mientras que a mediados de este año comenzará a cobrar impuestos a los visitantes.
Esta problemática fue la que llevó a la Organización de las Naciones Unidas a declarar el 2017 como “Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”, puesto que a pesar de que el concepto es conocido desde décadas atrás, nunca antes fueron tan demandados los cambios.
Según la OMT, el turismo es sostenible cuando tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas. Explica que los principios de sostenibilidad se refieren a los aspectos: medioambiental, económico y sociocultural del desarrollo turístico. De esta manera se establece un equilibrio adecuado entre las tres dimensiones para garantizar la sustentabilidad a largo plazo.
Por otra parte, la pregunta es: ¿qué significa viajar de forma sostenible?, a lo que Lonely Planet, la editora de guías de viajes internacional, respondió con cuatro puntos básicos que consisten en respetar la naturaleza, apoyar la economía local, intentar generar menos residuos, y utilizar otros medios de transporte.
Respecto al primer punto, la editorial sostiene especialmente que los animales no son una diversión, de modo que los turistas interesados en las actividades relacionadas a la fauna deben buscar un lugar donde observarlos en su hábitat natural, o bien, ir a visitarlos a un santuario faunístico certificado que solo permita contemplarlos, de manera que los animales sean libres de manifestar su comportamiento natural. Según la publicación, nada enriquece tanto una experiencia con animales como saber que no están incómodos. Recomienda además safaris fotográficos a pie y en jeep liderados por guías expertos, como una de las mejores alternativas para disfrutar del momento.
En cuanto a la segunda característica se tiene en cuenta más que nada dónde y en qué gastar el dinero para apoyar la producción local, y aconseja elegir alojamiento, guías, circuitos y recuerdos sostenibles de la comunidad local. Esto incluye optar por viviendas particulares antes que grandes hoteles, guías locales y comedores independientes antes que restaurantes internacionales, así como la compra de regalos o recuerdos de pequeños comerciantes en vez de los centros comerciales. La editorial recomienda dos plataformas para conocer guías residentes, ya sea para comer, Eatwith, o para realizar circuitos, ToursByLocals.
El tercer punto trata sobre el “residuo cero” pero haciendo más énfasis al esfuerzo, puesto que viajar de por sí, tan solo con el traslado, causa una gran contaminación. La sugerencia en este caso es planificar los viajes, por ejemplo a la hora de elegir destinos, ya que visitar localidades comprometidas con la reducción de los residuos facilita la adaptación del consumidor durante su estancia. Lo mismo con las aerolíneas y con el alojamiento, buscar las opciones que menos contaminan como flotas de aviones que decidieron reducir sus niveles de plásticos o apartamentos o viviendas particulares para alojarse, ya que las grandes cadenas de hoteles y restaurantes generan gran cantidad de basura.
Finalmente, la última cuestión trata sobre la forma de trasladarnos, y como los mencionamos en el párrafo anterior, si bien no podemos dejar de volar, hay alternativas mejor que otras en cuanto a empresas, pero sí, la idea es reducir los vuelos cuando la intención es desplazarse de una ciudad a otra y escoger opciones menos contaminantes como el tren, los vehículos eléctricos, los cruceros de vela, las rutas en bicicleta, los autobuses e incluso las caminatas.
También se tiene en cuenta los equipajes de avión, el exceso de peso en el avión obliga a gastar más combustible, por lo que reducir a 15 kg el peso del equipaje permite ahorrar entre 100 y 200 kg de emisiones de CO2 en un vuelo de ida y vuelta, de acuerdo a Lonely Planet.
En conclusión, lo que debés hacer es planificar tu viaje e informarte sobre los destinos que visitarás, así como el uso en general que le darás a tu dinero. Asimismo, recordá que hay cientos de lugares bellos en el mundo para visitar, algunos menos concurridos que otros, y así podrías ayudar a paliar el turismo masivo.