El proyecto del chileno Diego Enrique florece como un refugio donde la tradición, el arte y la hospitalidad se encuentran para recordarnos que Paraguay se siente, se saborea y, sobre todo, se honra.
Cada rincón fue diseñado como un tributo. Desde las obras de artistas nacionales hasta la imponente escultura de cinco metros de una mujer paraguaya junto a la piscina, el lugar respira identidad. “Me encanta cómo Paraguay cuida lo suyo. Aquí la gente valora lo nacional, lo tradicional. Eso en Chile ya casi no se ve. Por eso quise que Casa Jazmín fuera un homenaje”, contó Orellana.
La iniciativa no se queda solo en la estética, el proyecto busca convertirse también en una plataforma para artesanos y creadores. Diego ya trabaja en generar espacios de exhibición y venta para artesanos de Areguá y para los artistas recicladores de Cateura, con la idea de ofrecerles visibilidad, vitrinas y oportunidades reales.
Casa Jazmín aspira a ser ese lugar donde uno pueda llegar a cualquier hora y sentirse en casa. “Quiero que la gente encuentre paz, que pueda trabajar tranquilo, tomar un café, comer algo rico, o venir por la noche a cenar con un buen vino”, explicó Orellana.
La carta es un viaje deliberado por sabores profundamente paraguayos, sopa paraguaya, chipa, carnes al tatakuá, platos con aroma a leña y ese toque ahumado que remite a los ranchos familiares del interior. “Recorrí Areguá, Piribebuy y varios puntos del interior. Quería rescatar la cocina tradicional tal cual es, con fuego real, sin perder esencia”, agregó.
Al mediodía, el local ofrecerá menús diarios a precio accesible, mientras que por las noches brillará una carta más amplia y platos de autor. Los fines de semana tendrá brunch dominical y una coctelería inspirada en clásicos locales.
El espacio sorprende con distintos ambientes pensados para momentos específicos, salas de reuniones, privados para encuentros laborales, un rincón romántico para aniversarios o pedidas de mano, e incluso un jacuzzi convertido en photo opportunity para sumar un toque lúdico. Todo enmarcado en una casa llena de flores, especialmente jazmines, la flor que inspiró el nombre. “El jazmín está presente en la infancia de muchos paraguayos. Quiero que al entrar, la gente viaje en sus recuerdos, como cuando llegabas a la casa de la abuela”, dijo Diego.
Su historia personal también se entrelaza con el concepto. Desde 2019 visita Paraguay y, contra sus propios pronósticos, terminó echando raíces. “Me enamoré de la cultura y de la comida paraguaya. Conocí todos los restaurantes, investigué, probé y de ahí surgió Casa Jazmín. Este país me atrapó”, concluyó.