¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Mi carrera empresarial comenzó a los 18 años, trabajando en Casa Iberia, una tienda que originalmente era de mi abuelo. Por dos años dejé la empresa para realizar una maestría en MBA, en el Incae de Costa Rica. Al volver analicé a la empresa y decidí que no tenía futuro. Entonces abrimos una tienda especializada en niños, y nos fue muy bien al comienzo. En 1990 nos invitaron a entrar como socios en una fábrica de lencería. Me di cuenta de que el crecimiento de la fábrica de lencería era más rápido que en la tienda de niños; y como nuestro capital era limitado decidimos poner todo ese dinero y el esfuerzo en Rondina. De allí surgió GIMSA, que es la actual dueña de la marca Rondina y de otras que posteriormente fuimos adquiriendo como Eneache, Bruno Corsi, RND, Marie Marie y otras que están en proceso de lanzamiento.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Además del aspecto financiero, que en sus inicios nos presionó mucho, pues nuestro capital era limitado, el principal problema fue encontrar gente capaz que nos acompañe en los emprendimientos, me refiero a nivel gerencial. Hoy en día ya superamos ese problema con la gran cantidad de jóvenes que van a estudiar al extranjero y vienen con conocimientos y, lo más importante, con ganas de llevarse todo por delante.
¿Cuál considera su mayor éxito como empresario?
Sin duda el haber empezado una empresa con cinco costureras, un administrativo y un vendedor, y hoy tener más de 840 personas trabajando en la empresa, y más de 15 talleres de confección que nos prestan servicio. Además de las más de 10.000 personas que viven de vender nuestros productos. Es un orgullo y una alta responsabilidad para nosotros el impacto que tenemos en varias familias paraguayas.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario?
Tal vez me hubiera gustado que me digan que el éxito está en el marketing, en posicionar la marca, y centrarme en eso, pero sin descuidar la parte financiera.
Otro consejo que daría es que no teman al fracaso, porque impide la innovación. Tenés que asumir riesgos constantemente si querés crecer y mantenerte en el tiempo; si una idea no funciona hoy, no persistir con ella, cambiar buscar nuevos desafíos. Asimismo, tener en cuenta que no porque algo funcionó muy bien durante varios años eso se va a mantener en el futuro. También, pensar en el mediano y largo plazo; estamos en un mundo muy cambiante y debemos anticiparnos a las tendencias, ver qué ocurre afuera, pues eso, tarde o temprano, va a llegar. Me gusta leer la historia de empresarios exitosos y en la mayoría de ellos vemos negocios e ideas que fracasaron, pero no por eso se entregaron y siguieron buscando.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Quiero aclarar que nunca trabajamos para el Estado, no somos proveedores del sector público, nunca recibimos préstamos a tasas preferenciales, ni ningún otro beneficio directo. Toda nuestra estrategia y nuestro esfuerzo está en crecer con el sector privado.
Sin embargo, considero al Estado como un socio muy importante en cualquier empresa, por su participación en la política económica y monetaria, su papel con respecto a la inflación y al déficit fiscal. Creo que en Paraguay estamos gozando de una economía sana y eso nos está permitiendo crecer, aunque todavía hay una gran deuda en el aspecto educativo y en la salud.
Le reclamaría que asuma su papel de mantener las condiciones para el desarrollo y crecimiento de las empresas, y principalmente en la redistribución de la riqueza, buscar que la gente de menos recursos progrese y no tratar de igualar hacia abajo.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Es muy trabajador, le dedica mucho tiempo a su emprendimiento, tiene espíritu emprendedor, se adapta fácil a las circunstancias cambiantes, en especial los jóvenes. El error que encontré en varios proyectos que fracasaron y tenían todo para triunfar, es el desinterés en el aspecto administrativo y financiero; el no medir los costos de determinado proyecto o campaña los llevó a darse cuenta, con el tiempo, de que estaban gastando más de lo que ganaban.
También encuentro cierto conformismo: llegué a este nivel y ya está bien, no necesito más. Quiero aclarar que no estoy diciendo que hay que buscar un crecimiento desmedido, que también es perjudicial, sino que al quedarnos damos pie para que la competencia nos supere, y cuando nos damos cuenta ya es tarde.
Un aspecto que de a poco está siendo atendido por las empresas es nuestra responsabilidad como empresarios en la influencia social y ambiental.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Indiscutiblemente es lo ideal. A mí el MBA que hice en el Incae me cambió la forma de encarar los desafíos. Pero eso no quiere decir que no podés ser un empresario exitoso sin estos conocimientos; sí les aconsejaría que contraten a personas con capacidad para manejar su empresa, mientras que uno se dedica a crear, que es lo que generalmente el empresario sabe hacer muy bien.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
No hay un libro específico que me haya cambiado la forma de actuar o pensar. Fueron varios y de cada uno de ellos saqué distintas conclusiones. Puedo citar El método Lean Startup, de Eric Ries, Capacidad Adaptativa, de Juan Carlos Eichholz, La Estrategia del Océano Azul de W. Chan Kim, y varios otros
¿Cuál es la recomendación para mantener a su equipo motivado?
Nuestra empresa, en su mayor parte, está formada por personas jóvenes, y para mí la clave para mantenerlas motivadas son los desafíos constantes, darles libertad de acción. Es normal escuchar hoy que se van porque ya aprendieron todo. La rutina desmotiva y, en conclusión, hay que innovar y buscar nuevos desafíos en todas las áreas de la empresa.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Hoy trato de pasar más tiempo con la familia, con la ventaja de que toda ella es empresaria. Tengo una esposa y tres hijas maravillosas, las cuales me dieron cinco nietos; cada una obtuvo un MBA en el extranjero y están al frente de una empresa distinta; por tanto, nos comprendemos y apoyamos con cualquier problema que pueda surgir en la empresa.
Algo que ayuda mucho son los deportes: juego golf y pádel. Otro pasatiempo que me gusta es el viajar y conocer nuevas culturas, aunque debo reconocer que recién después de varios años y con una estructura empresarial bien formada, puedo decir que viajo tranquilo, que no me necesitan en la empresa.
Aclaro que nunca me voy a jubilar, siempre estaré apoyando en lo que pueda o en nuevos desafíos. El empresario que quiere jubilarse no es empresario. Uno necesita esa adrenalina que te producen los nuevos emprendimientos.