Postergar la maternidad en aras de la realización personal y profesional es una realidad que ya no es novedosa en buena parte del resto del mundo, aunque es un fenómeno relativamente reciente en Paraguay, según Ofelia Martínez, investigadora del Centro de Documentación y Estudios (CDE).
A falta de datos específicos sobre la evolución histórica de la edad para el primer embarazo en Paraguay –donde existe una tasa de embarazo en adolescentes de 79 cada 1.000 mujeres, la más alta del Cono Sur-, la percepción apunta a que la maternidad está siendo postergada y también disminuyendo en cantidad de hijos por mujer.
“Hoy las mujeres no tienen cinco, seis, siete hijos como nuestras madres y abuelas. Ahora empiezan a los 30 años pero tienen uno o dos”, dijo Martínez. El número promedio de hijos por mujer en el 2022 era de 2,4 y las proyecciones muestran que se reducirá a 2,3 en el 2024.
El ritmo de crecimiento medio anual de la población paraguaya al 2022 era de 1,36% y experimentará una leve reducción en todo el periodo. En el 2024, se espera sea de 1,33% anual, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Retardar el momento de ser madre permitió, entre otras cosas, que haya más mujeres incorporadas a la fuerza laboral y con una carrera profesional. La tasa de participación económica de las mujeres pasó de 22,9% en 1962 a 35% en el 2002.
Según los últimos datos del INE, la tasa de ocupación de las mujeres es de 53,9%, es decir, 1.444.676 se encuentran trabajando. Los hombres, por otra parte, tienen una tasa de ocupación del 79,1%, unas 2.075.774 personas. Las categorías ocupacionales de mayor concentración de las mujeres son trabajadoras por cuenta propia (31,5%), empleada/obrera privada (29,4%) y empleada doméstica (16,2%).
“Esto tiene que ver con los tiempos actuales, pero el feminismo también ayudó. Antes las mujeres tampoco tenían tanto acceso a la educación, había carreras universitarias específicas para ellas, más relacionadas con el cuidado, como enfermería y docencia. Las maestras, por ejemplo, eran como las segundas mamás. Era un destino que estaba como pautado. Después se abrieron más las posibilidades”, expresó la investigadora.
En el ámbito laboral la incorporación de las mujeres, hasta ahora, no se vio reflejada en igualdad de condiciones salariales. “Todavía se tiene en cuenta el hecho de que las mujeres están encargadas del cuidado de las personas, si se enferman los niños o tienen una persona enferma en la familia es la que pide permiso, es la que se retira”, agregó Martínez.
La experta señaló que si bien este es un precio que se debe pagar en el ámbito laboral, las aptitudes de las mujeres, sus capacidades, sí son bienvenidas. “Muchas veces vemos que en el ámbito educativo, en las escuelas, en los colegios y en las universidades generalmente las mejores egresadas son mujeres, tienen muchas aptitudes pero después en el ámbito laboral quedan como resignadas”, destacó.
Hay otro precio que las mujeres deben pagar por postergar su maternidad. “Cuanto más joven es más sencillo, es más fácil, más rápido el parto. Una mujer que se embaraza por primera vez después de los 30 años debe tener más cuidado y atención. El riesgo es mayor, pero con los métodos anticonceptivos, con los cuidados de la salud, con la medicina que avanza, también se acompaña esta situación”, resaltó Martínez.
La tendencia muestra asimismo que cuando las mujeres acceden a más educación también se incorporan en mayor número a la fuerza laboral, aunque también lo hacen empujadas por la situación económica. “Debe salir a trabajar un poco obligada por la economía familiar y hay menos tiempo y menos disponibilidad para cuidar niños”, aseveró la investigadora.