Además, entre enero y mayo de 2025 el país exportó: trajes y pantalones de punto para caballeros por US$ 8.161; suéteres, pullovers y chalecos de punto por US$ 1.873; vestidos, pantalones y faldas para damas por US$ 5.954; y camisas y blusas para damas por US$ 6.986.
En ese sentido, Cristina Álvarez, propietaria de Casa Muñeca, comentó que “este invierno fue una locura: nos faltan horas para cumplir con todos los pedidos que recibimos, tanto en redes sociales como aquí, en nuestro salón. Vienen personas de todo el país: de Itapúa, Ñeembucú, Asunción; todos buscando nuestras prendas”.
La prenda estrella de este año fue el poncho con capucha, una fusión entre tradición y tendencia que se volvió irresistible. “También se vendieron muchísimo las ruanas, que son accesorios muy versátiles. Lo interesante es que cuando alguien empieza a usarlo, enseguida atrae la atención de otros. Se genera una curiosidad colectiva”, relató.
Casa Muñeca trabaja con dos tipos principales de lana: la natural 100% de oveja, hilada completamente a mano, y la sintética antialérgica, importada y más económica. “La lana natural tiene un proceso más largo y más cuidado. Es más cara, pero también más valorada por quienes aprecian lo artesanal. En cambio, la sintética tiene mucha salida por el precio y por ser más accesible”, explicó.
El proceso artesanal detrás de una prenda de lana pura es complejo y requiere meses de preparación. “Hilamos todo el verano para poder tejer en invierno. El proceso arranca con el lavado de la lana cruda, después viene el hilado, otro lavado, hacer los ovillos, tejer y, finalmente, todas las terminaciones. Es un trabajo que lleva mucho tiempo y dedicación”, detalló.
Un poncho de lana natural con capucha y bolsillo cuesta alrededor de G. 1.000.000, mientras que uno similar de lana sintética ronda los G. 500.000. Sin embargo, Cristina aclaró que “ese precio no refleja del todo el valor real, porque si contamos las horas de trabajo involucradas, sería mucho más”.
Los números también acompañan este invierno de crecimiento. Casa Muñeca registró un aumento de ventas del 10% respecto al año pasado, y eso sin contar el impulso adicional que recibieron tras eventos como la fiesta del Ovecha Ragué, que movilizó a una gran cantidad de visitantes. “Desde abril estamos con muchísimo trabajo. La producción no para. A veces se teje de noche, de madrugada, incluso los domingos”, resaltó.
Este ritmo, si bien agotador, refleja un mercado en alza y una conexión profunda entre las personas y la producción local. “Nosotros no paramos. Cuando hay frío, no hay horarios. Se trabaja sin descanso”, enfatizó.
Casa Muñeca compra directamente la lana a productores locales, principalmente de Misiones y otras zonas rurales. “Nos traen la lana esquilada en septiembre, octubre, noviembre, cuando se preparan las ovejas para el verano. La lana se compra por kilo, en estado crudo, con tierra y suciedad. El kilo se paga a unos G. 4.000, pero después de lavarla se pierde casi la mitad del peso”, detalló Cristina.
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