Antonella llegó a Francia hace 13 años, con la nostalgia a cuestas y el anhelo de mantener viva su identidad. Julio la acompañó en ese camino, y juntos decidieron que la mejor manera de representar al Paraguay era a través de sus sabores. Así llegaron al Village International de la Gastronomie, un evento que reúne a 62 países en París, donde por tercer año consecutivo levantaron bien alto la bandera paraguaya.
“Para nosotros es un orgullo enorme. Mostrar nuestra cocina es también mostrar nuestra historia, nuestras raíces”, cuenta Antonella, emocionada en comunicación con InfoNegocios. No es fácil competir en un país donde la gastronomía es prácticamente un patrimonio nacional, pero ellos encontraron la forma de conquistar al paladar francés sin traicionar la esencia de su tierra.
El asadito fue el gran protagonista, adaptado como brochette, pero con el mismo sabor a brasa y acompañado de mandioca frita, que encantó a los visitantes. “En Paraguay solemos comer con mandioca hervida, pero aquí no pasa. Con frita fue un éxito total”, explica Julio, mientras recuerda las largas filas frente a su stand. Junto al asado, ofrecieron empanadas, chipa guasú y la infaltable sopa paraguaya, recientemente reconocida como una de las mejores sopas del mundo.
Este año contaron además con un invitado especial: el chef Catalino Garay, premiado en el ámbito culinario, quien preparó un reconfortante bori bori y sopa de gallina casera. “Es un lujo tenerlo con nosotros, nos ayuda a mostrar al público que Paraguay tiene mucho para ofrecer en la mesa”, dice Antonella.
El camino de Passion Guaraní no siempre fue sencillo. Hace algunos meses, su restaurante —el único paraguayo en París— tuvo que cerrar sus puertas. Sin embargo, lejos de resignarse, Elli y Luthold decidieron mantener viva la marca a través de ferias y eventos. “Pasamos momentos difíciles, pero nunca pensamos en rendirnos. Nuestro sueño es volver a abrir en París, y cada participación en el Village nos da fuerzas para seguir adelante”, confiesa Julio.
El esfuerzo ya les ha dado frutos. En dos ediciones anteriores ganaron el premio al mejor stand del evento, un reconocimiento que los llena de orgullo. Pero más allá de los galardones, lo que más valoran es el encuentro con compatriotas y la oportunidad de tender puentes culturales. “Cada año el Village se convierte en una familia. Nos abrazamos entre cocineros de Portugal, Brasil, Italia o España, y compartimos lo que más nos une: la comida”, comenta Antonella.
La propuesta paraguaya no se limitó a la gastronomía. También hubo música en vivo con Andrea González al violín y Lito Benítez Petersen en guitarra, quienes hicieron vibrar al público frente al monumento más emblemático de Francia. Un detalle que confirma que la cultura paraguaya no solo se degusta: también se escucha y se siente.
Los precios fueron pensados para acercar la experiencia a todos: empanadas a 3 euros y asaditos a 10 euros con mandioca frita. Pero, más que un negocio, para Antonella y Julio este proyecto es una misión. “Queremos que el mundo conozca que Paraguay tiene una gastronomía riquísima, llena de sabores auténticos y de historias”, resume ella.
Del 11 al 14 de septiembre, miles de personas pasaron por el stand de Passion Guaraní. Cada plato servido fue más que una comida: fue un pedacito de Paraguay compartido con el mundo. Y mientras la Torre Eiffel brillaba al caer la noche, Antonella y Julio confirmaban que los sueños, con trabajo y pasión, también se cocinan a fuego lento.