Según relata Arcenio Vega, uno de los miembros fundadores, los primeros pasos del grupo se dieron cuando unas 12 personas —todas unidas por el amor a la icónica scooter italiana— comenzaron a reunirse en el taller de Néstor Torres, mecánico, organizador de viajes y referente natural del grupo. “Ahí empezó todo”, recuerda Vega, quien destaca que Torres no solo es el encargado del mantenimiento de las motos, sino también el guía y líder que propone recorridos y mantiene viva la dinámica del grupo.
Desde entonces, Vesperos Paraguay no dejó de crecer y, aunque no son un club formal sino un grupo de amigos, a lo largo de los años recorrieron prácticamente todos los puntos cardinales del país, atravesando rutas, pueblos y regiones que muchas veces no están preparadas para recibir turismo en gran escala, pero que encuentran en estos viajeros una forma distinta de visibilidad.
El grupo también tuvo contacto con experiencias internacionales. En sus inicios, varios de sus integrantes participaron en un encuentro de Vespa a nivel regional, al que llegaron aficionados de Argentina, Brasil y Chile, lo que reforzó la idea de que la Vespa es mucho más que un medio de transporte: es un lenguaje común entre personas de distintas edades y culturas.
Uno de los rasgos más llamativos de Vesperos Paraguay es su diversidad etaria. Conviven jóvenes de 18 años con adultos mayores de 60 e incluso 70 años, todos unidos por la misma pasión. También participan mujeres, ya sea conduciendo su propia Vespa o acompañando a sus parejas en los viajes, incluso siguiendo las caravanas en auto cuando el recorrido lo amerita.
“No hay límite de edad, ni de género, ni siquiera de marca”, explica Vega. De hecho, aunque la Vespa es el corazón del grupo, muchos amigos los acompañan en motos de alta cilindrada de otras marcas. La consigna es fomentar la amistad, el turismo y la camaradería, más allá del modelo o la cilindrada.
En el caso de Arcenio Vega, la relación con la Vespa tiene raíces familiares. Su padre tuvo una y, de joven, la utilizaba para ir al colegio. Hoy, ya adulto y docente de profesión, la Vespa sigue siendo parte de su rutina diaria, ya que la usa para ir a trabajar, hacer gestiones y moverse por la ciudad.
Vega trabaja con niños con necesidades especiales, y su moto se convirtió también en una herramienta para generar alegría. En su lugar de trabajo, algunos alumnos lo esperan especialmente para dar pequeños paseos en el predio de la institución, una experiencia que —según cuenta— les cambia el día.
“La Vespa es llamativa donde vayas”, comenta. En la calle, en el supermercado o en la escuela, despierta curiosidad, preguntas, sonrisas y fotos, especialmente entre los más chicos. Esa conexión emocional es, para muchos miembros del grupo, parte esencial de la experiencia.
Lejos de la improvisación, los viajes largos de Vesperos Paraguay se planifican con meses de anticipación. Se coordinan alojamientos, se evalúan rutas y se dialoga con la gente del lugar, teniendo en cuenta que muchas zonas del país aún no cuentan con infraestructura turística desarrollada.
Los viajes “oficiales” se realizan dos veces al año, en marzo y agosto, con recorridos de al menos tres días. Además, durante el año se organizan paseos más cortos por Central y Cordillera, ideales para mantener activo el espíritu viajero.
Actualmente, el grupo cuenta con entre 30 y 35 miembros activos y está abierto a recibir nuevos interesados. Quienes quieran sumarse pueden contactarlos a través de su cuenta de Instagram @vesperospy, donde comparten salidas, experiencias y convocatorias.