“Comenzamos con los castillos y toboganes para los chicos. Después vinieron los inflables publicitarios: la latita de gaseosa gigante, los muñecos que bailan frente a farmacias o supermercados. Son productos sencillos, pero generan un impacto enorme en la gente y ayudan a los negocios a vender más”, cuenta Leoz, fundador de la empresa.
Lo que hoy parece cotidiano no lo era hace 37 años, cuando casi nadie en Paraguay sabía cómo se fabricaba un inflable. “Durante 30 años estuvimos prácticamente solos en el país. Éramos pioneros en América del Sur: de 20 fábricas que había en toda la región, nosotros éramos los únicos en Paraguay”, recuerda Gregorio.
Esa ventaja de ser los primeros le permitió consolidar un modelo basado en la calidad. Desde los inicios, Acua Park importaba telas que cumplían estándares internacionales, sin plomo ni sustancias nocivas. “Un inflable barato puede ser dañino para la salud de los niños. Nosotros nunca trabajamos con esos materiales. Siempre quisimos que los chicos puedan jugar seguros”, enfatiza.
Como toda industria, el negocio de los inflables enfrenta sus propios desafíos como la materia prima importada, altos costos y la necesidad constante de innovar. Por eso, el régimen de materia prima del Ministerio de Industria y Comercio (MIC) fue un punto de inflexión.
“Al principio no entendíamos bien cómo aplicarlo. Con la visita del viceministro Marco Riquelme aclaramos dudas y descubrimos que podíamos beneficiarnos mucho más. Eso nos permitirá ahorrar, comprar máquinas y aumentar la producción. Ahora sí podremos sacarle el 100% al régimen”, explica Gregorio.
Ese ahorro se traduce en crecimiento ya que más producción significa más trabajo. Hoy, la empresa emplea a unas 75 personas de manera directa, y si se suman los colaboradores eventuales y quienes participan en eventos, la cifra supera las 100 familias.
Aunque los inflables son su sello, la compañía no se quedó quieta. En los últimos años, comenzó a fabricar productos impermeables: pilotos comparables con los que usa la policía inglesa, bolsas estancas para camionetas y otros artículos pensados para resistir agua y polvo.
“Siempre decimos que no trabajamos con productos de mala calidad. Queremos que todo lo que salga de acá tenga nuestro sello: durabilidad y confianza”, señala.
Los inflables de Globos Locos no solo saltan en plazas paraguayas porque también lo hacen en en países de la región. Durante un tiempo, la empresa vendió más al extranjero que en el propio mercado local.
“En Bolivia nuestra marca es muy conocida. Si usted va a Santa Cruz o Potosí y dice ‘Globos Locos’, saben de qué se trata. Nos ganamos ese lugar con mucho trabajo”, comenta Leoz con orgullo.
Pero más allá de lo económico, Gregorio insiste en algo que lo emociona: la importancia de promover juegos que inviten al movimiento en una era donde los niños pasan más horas frente a pantallas que corriendo al aire libre.
“El inflable es un juego sano. Hace que los chicos salten, se muevan, hagan ejercicio. Hoy hay muchos problemas de colesterol infantil y sedentarismo. Un globo loco no solo divierte, también ayuda a la salud”, reflexiona.
Agosto, mes del Día del Niño, es el momento de mayor demanda: familias, colegios y empresas recurren a inflables para regalar experiencias distintas, confirmando que este rubro también mueve economía y bienestar.
De cara a los próximos años, Acua Park quiere seguir diversificando su producción, crecer en exportaciones y, sobre todo, generar más empleo. “Ojalá más industriales aprovechen el régimen de materia prima. A nosotros nos va a permitir producir más, invertir más y contratar más gente”, asegura Leoz.