¿En qué consistió el curso y por qué decidiste realizarlo?
El curso se llama Diseño y Desarrollo de Productos y Servicios de Inteligencia Artificial. Es una formación a distancia del MIT, específicamente de su división de educación continua llamada MIT xPRO. Lo interesante es que, a pesar de no tener una base en ingeniería informática, el enfoque permite que personas como yo puedan empezar a programar, conectar inteligencias y desarrollar soluciones específicas según su campo profesional.
La inteligencia artificial no tiene límites de aplicación: puede utilizarse en medicina, ingeniería, derecho, filosofía, psicología, arquitectura... cualquier ciencia humana puede ser perfectamente abordada con herramientas de IA. Estamos ante un cambio brutal que impactará en la sociedad, la industria y los negocios.
Otro punto destacable es que los docentes son investigadores del propio MIT, con años de experiencia en IA y machine learning. Están realmente a la vanguardia.
¿Qué fue lo más importante que aprendiste durante la capacitación?
Lo más relevante es que el curso está diseñado para personas sin conocimientos previos, por lo que cada módulo resulta productivo. Comenzamos desde los orígenes de la inteligencia artificial, en los años 40, cuando surgió la idea de que las computadoras podían aprender.
Hoy, ese concepto se desarrolló tanto que no solo las computadoras aprenden, sino que también se critican entre sí, analizan datos complejos y optimizan sus procesos. Existen muchas plataformas especializadas que no son tan conocidas, pero que representan el mayor grado de avance en esta área.
¿Se abordaron casos concretos de aplicación industrial?
Sí, mucho. En la industria, especialmente en las áreas específicas, la IA ya es parte central del proceso productivo. Hablamos de robots que sueldan, pintan o hacen análisis de productos terminados. Lo interesante es que estos sistemas no solo aprenden de sus propios errores, sino que comparten esa información entre sí, lo cual acelera exponencialmente los tiempos y mejora la precisión.
¿Se habló también de los riesgos que implica su uso?
Por supuesto. Uno de los principales riesgos es que, como humanidad, derivemos todo el conocimiento a las máquinas y dejemos de crear nuevo conocimiento. La IA puede utilizar todo el conocimiento existente, pero es el ser humano quien puede generar ideas nuevas y tomar decisiones con criterios éticos.
Además, las inteligencias artificiales aún no entienden del todo fenómenos humanos como el humor o el sarcasmo. Un riesgo importante es cuando estas tecnologías toman decisiones de forma apresurada, sin cruzar correctamente los datos, y eso puede generar resultados alejados de la realidad.
Por eso es fundamental que las personas sigamos analizando, corroborando y guiando estas herramientas con criterio y responsabilidad.