Aunque su estado de conservación se clasifica como de preocupación menor por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), su población enfrenta amenazas significativas debido a la caza furtiva y la pérdida de su hábitat.
Según Carlos Mongelos, director de vida silvestre del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), “a nivel global, el capibara no está listado en los apéndices de CITES (clasificación de especies en peligro) ni en la lista de especies amenazadas del Mades en Paraguay, lo que refleja su abundancia relativa”.
Sin embargo, esta percepción de abundancia podría ser engañosa si no se toman medidas para abordar sus principales amenazas: La falta de regulación efectiva fomenta la cacería ilegal, poniendo en riesgo poblaciones locales. La deforestación y la expansión agrícola alteran los ecosistemas naturales del capibara, forzando a estas especies a migrar hacia áreas menos adecuadas.
“El carpincho juega un papel crucial en el equilibrio de los ecosistemas paraguayos. Su capacidad para transformar biomasa vegetal en biomasa animal lo convierte en un regulador esencial de los ecosistemas de humedales”, explicó Mongelos. Al alimentarse de pastos naturales, controla el crecimiento de la vegetación, previniendo el sobrecrecimiento, que podría afectar otras especies. Además, es una presa natural para grandes felinos como el jaguar, lo que lo posiciona como un elemento clave en la cadena alimenticia y en la biodiversidad de su hábitat.
A pesar de ser una especie versátil y adaptable, el capibara depende de la disponibilidad de agua, pastos y áreas secas para su supervivencia. En el país se lo observó en regiones donde no solía habitar, como el norte del Chaco. “Esta especie prefiere lugares cercanos a lagos, ríos, tajamares, algunas zonas de campo natural, etc.”, indicó Mongelos.
Un punto no menor a tener en cuenta, según Mongelos, es que, en Paraguay, la caza de capibaras no está permitida bajo el Programa Nacional de Cacería Deportiva. Aunque en otros países de Sudamérica existen zoocriaderos comerciales, “que utilizan la carne y el cuero de esta especie para promover su conservación, en el país la caza furtiva sigue siendo una amenaza grave. El furtivismo es la principal causa de pérdida o amenaza de pérdida de las especies. Al no haber una reglamentación que controle, distribuya, emita cupos por temporada, la gente va a cazar ilegalmente todo el año. Hay que ser conscientes también que en nuestro país está muy arraigado ‘ir a mariscar’ (cazar) y tenemos el deber de proteger y cuidar de la mejor manera nuestra fauna”, subrayó.
El capibara es mucho más que un símbolo de los humedales paraguayos; es un pilar ecológico y un indicador de la salud ambiental. Aunque su estado de conservación no es alarmante, las amenazas que enfrenta requieren una acción concertada entre el gobierno, las comunidades locales y las organizaciones ambientales.