La previsión financiera es una de las mejores decisiones para salvaguardar el patrimonio de una persona o empresa, por lo cual es importante saber más sobre los instrumentos que pueden ayudarles a lograr ello. El fideicomiso es una herramienta legal sumamente versátil, como un “traje a medida”, que mediante la transferencia de bienes o derechos a un tercero para que los administre o invierta con un fin específico a favor de un beneficiario, se forma un patrimonio autónomo que adquiere una suerte de “blindaje”. En el mundo comercial de hoy cada vez con mayor frecuencia escuchamos hablar de la figura del fideicomiso. Sin embargo, mucha gente sabe poco o nada sobre qué es un fideicomiso, cómo opera y cómo puede ayudarle. Suena complejo, pero no necesariamente es así. Aquí le contamos más.
¿Qué es un fideicomiso?
El fideicomiso es una modalidad de negocio previsto en la Ley 961/96 “De Negocios Fiduciarios”, de significativo desarrollo, que busca recoger y adaptar el instituto del “trust” del derecho anglosajón. En virtud del mismo, una o varias personas, llamadas fideicomitentes, trasmiten la propiedad de ciertos bienes o derechos a un tercero denominado “fiduciario”, que puede ser un banco, una financiera o una empresa fiduciaria especialmente autorizada por el Banco Central del Paraguay (BCP), quien está obligado a disponer de los bienes o ejercitar los derechos para la realización de ciertos fines preestablecidos en el contrato de fideicomiso, en beneficio de una o varias personas denominadas beneficiarios.
La mecánica involucrada en un contrato de fideicomiso implica que el fideicomitente instruya al fiduciario sobre los fines a cuya consecución deben aplicarse los bienes o derechos cuya titularidad le fue transferida. El fiduciario adquiere la propiedad de los bienes o derechos en cuestión, formándose con ellos un patrimonio autónomo o especial que no puede ser perseguido judicialmente por los acreedores del fideicomitente, con la única finalidad de cumplir el fin establecido en el contrato de fideicomiso. Por su parte, los beneficiarios son quienes reciben los beneficios vinculados al fideicomiso. El plazo máximo por el que puede extenderse un fideicomiso es de 30 años.
¿Para qué sirve un fideicomiso?
El principal objetivo de un fideicomiso es garantizar, bajo un marco jurídico, que los bienes o derechos involucrados sean transferidos al fiduciario, de forma a que los administre y cumpla la finalidad establecida en el contrato.
Asimismo, permite separar y proteger todos los activos involucrados en el contrato, formando un patrimonio autónomo. Así, por ejemplo, si el fideicomitente tiene deudas y sus acreedores le inician acciones judiciales de cobro, los bienes o derechos incluidos en el fideicomiso no pueden ser alcanzados por eventuales embargos y enajenaciones compulsivas en su marco.
Es una herramienta muy flexible que puede adaptarse a diversas finalidades sin desnaturalizar su estructura, como un “traje a medida”, que permite armar un esquema personalizado incorporando a las distintas personas intervinientes, diferentes tipos de contratos que pueden estar involucrados en un negocio, y prever las contingencias que dicho negocio eventualmente pueda sufrir. Ello en virtud de que el contrato de fideicomiso es un instrumento privado cuya redacción queda librada a la voluntad de las partes, con lo cual dentro de las pautas mínimas de la legalidad, todo lo que se deba o pueda hacer, así como lo que no se pueda hacer, depende de lo que las partes convengan por escrito. Puede adaptarse a una innumerable variedad de supuestos, de modalidades de negocio diferentes y de partes con distintos intereses.
Así, un fideicomiso puede por ejemplo usarse para constituir garantías soslayando el engorroso proceso judicial en caso de que deban liquidarse y pagar rápidamente al beneficiario, gestionar derechos de cobro, administrar patrimonios ya sea en vida o luego de la muerte del fideicomitente con la planificación de sucesiones, separar fondos para la educación de sus hijos o nietos, canalizar inversiones, ejecutar proyectos, solucionar crisis empresariales, securitizar carteras de deudas y muchos otros fines, siempre dentro de un marco de legalidad.
El fiduciario, que solo puede ser una entidad habilitada por el BCP al efecto, tiene la obligación de dar a los bienes o derechos fideicomitidos el fin preestablecido por el fideicomitente en el contrato. A su vez, el fiduciario está obligado a rendir cuentas a cada una de las partes involucradas en el proyecto, lo que otorga transparencia en el manejo de los bienes fideicomitidos por un tercero habilitado al efecto.
De esta forma, los fideicomisos son excelentes herramientas para múltiples fines, corporativos o personales, que pueden resultar de suma utilidad a empresas o personas con activos importantes que desean blindarlos y destinarlos a un fin predeterminado de antemano.