Uno de los principales retos que enfrenta el país es el llamado “riesgo vertical”. Cáceres señaló que ya se proyectan edificios de más de 200 metros de altura, lo que obliga a replantear por completo las estrategias de prevención. Este tipo de construcciones demanda normativas actualizadas, análisis críticos y tecnologías específicas para responder en situaciones de emergencia. En el ámbito industrial, Paraguay recibe plantas de rubros que antes no existían en el país, lo que eleva la exigencia técnica. A esto se suman riesgos emergentes como los vehículos eléctricos con baterías de litio y los sistemas solares fotovoltaicos, que requieren planes de prevención especializados.
LUME Ingeniería se dedica exclusivamente a la prevención contra incendios en todas sus áreas. La firma trabaja tanto en protección pasiva (elementos que frenan la propagación del fuego) como en protección activa, con sistemas de agua, agua-espuma, detección electrónica, agentes limpios y otras soluciones especializadas. La empresa está asociada a la NFPA, se mantiene actualizada con los avances internacionales y cuenta con un equipo de más de 30 ingenieros especializados. Además, participa en gremios y asociaciones latinoamericanas como LATAM-PCI, a través de la CAPASI, y realiza capacitaciones para empresas locales.
La compañía también impulsa cambios normativos. Recientemente, Cáceres disertó en el Foro Internacional de Ingeniería organizado en el Centro Paraguayo de Ingenieros, donde expuso la necesidad urgente de actualizar la ordenanza de prevención contra incendios. “En ocasiones, la normativa local no solo limita el uso de tecnologías eficientes, sino que impone requisitos que encarecen innecesariamente las obras sin aportar valor real”, remarcó.
En materia de innovación, LUME incorpora tecnologías probadas y certificadas internacionalmente. Cáceres destacó los rociadores ESFR, diseñados para almacenamiento y recientemente mejorados para proteger mayores alturas, algo clave para Paraguay, que se perfila como un hub logístico. También mencionó los avances en rociadores residenciales y las nuevas formulaciones de espumas más ecológicas, que reemplazan a las antiguas AFFF. “En este rubro, la mejora continua es la norma, pero siempre con equipos certificados por organismos como UL o FM”, enfatizó.
La capacitación juega un papel central en la prevención contra incendios. Cáceres advirtió que, por desconocimiento, muchos proyectos se diseñan e instalan sin especialistas, lo que genera sistemas ineficaces y una falsa sensación de seguridad. “Un buen diseño optimiza recursos, aumenta la eficiencia y eleva el valor de la inversión. Un mal diseño, además de inseguro, termina siendo más caro”, afirmó.
El director de LUME recalcó que cada disciplina tiene su especialidad. Un arquitecto o ingeniero civil puede conocer los conceptos básicos de protección contra incendios, pero el diseño técnico, la supervisión y la implementación deben quedar en manos de un profesional del rubro. “En prevención contra incendios, los criterios son distintos a los de otras áreas como la sanitaria o hidráulica. La experiencia específica marca la diferencia entre salvar vidas o solo aparentar hacerlo”, concluyó.