"En Paraguay ya existe una reglamentación técnica armonizada en alimentos y está internalizada por el Decreto 8064/06. La reglamentación es importante por cuestiones de salud y defensa del consumidor, así como para que los entes reguladores hagan su vigilancia de mercado", comentó Cáceres.
Además, añadió que hay productos que son alérgenos o tienen gluten, entonces no hay otra alternativa que establecer el etiquetado, debido a que está puesta en riesgo la integridad de los consumidores.
Actualmente, en Latinoamérica, hay leyes de etiquetado en Uruguay, Chile, México y Perú, donde utilizan sellos con los siguientes enunciados: exceso en azúcares, exceso en sodio, exceso en grasas saturadas, exceso en grasas totales y exceso en calorías.
En el caso argentino, la intención del gobierno central tiene resistencia por parte del sector industrial, teniendo en cuenta que, indefectiblemente, una política de etiquetado podría incrementar los precios de los alimentos básicos.
Para Cáceres, todo etiquetado es siempre un sobrecosto, aunque la Organización Mundial del Comercio (OMC) recomienda políticas similares para perseguir un mayor bienestar para la ciudadanía en general. "En Paraguay tenemos regulaciones similares a Argentina en algunos productos con excesos; no obstante, tenemos una propuesta de etiquetado frontal en el Congreso que no está aún bien trabajada", enmarcó.
Entretanto, opinó que medidas como la que quiere tomar Argentina desalientan el consumo de cierto tipo de alimentos, así como ocurre con los cigarrillos, por lo cual son importantes de implementar. Igualmente, aclaró que decisiones de ese tipo se deben consensuar, ya que pueden convertirse en una barrera para comerciar entre miembros del Mercosur.
El caso chileno
El Centro de Investigación Periodística de Chile (Ciper) realizó un estudio sobre las normativas de etiquetado frontal que concluyeron en que hubo una importante baja en la compra de productos poco saludables, especialmente de aquellos que el consumidor creía sanos y no lo eran. Por otro lado, las empresas se adaptaron y cambiaron la composición de sus productos. Otra de las consecuencias de las etiquetas fue que, efectivamente, los precios de los productos subieron.
El Ciper hizo una comparación entre la época anterior a la implementación de sellos y la posterior. En el paralelismo se encontraron con que antes, por cada dólar gastado en alimentos en un Walmart, se compraban 27 gramos de azúcar. Sin embargo, tres años después observaron que ese número cayó por debajo de los 21 gramos, representando una reducción del 9%.
En términos de calorías, la caída es en torno al 7%. Es importante notar que, previo a la vigencia de la ley, el consumo de calorías y azúcares era más o menos estable, y la caída coincide de forma notable con el momento de la introducción de los sellos. Por otra parte, la industria alimentaria disminuyó el contenido de azúcar y calorías de la oferta de productos.