Desde su experiencia, las nuevas generaciones están redefiniendo el modo de vivir. Buscan hogares más fluidos, flexibles y conectados con el exterior. La luz natural, la ventilación cruzada y el uso de materiales nobles combinados con soluciones tecnológicas ya no son lujos, sino requerimientos. Se trata de diseñar espacios donde la estética no esté reñida con la funcionalidad, sino que ambas se potencien. “Un espacio verdaderamente funcional es, en sí, bello”, dijo Bonini.
En el ámbito corporativo, los cambios no son menos significativos. La oficina moderna dejó de ser un simple lugar de trabajo para convertirse en una extensión de la cultura de la empresa. Según Bonini, los espacios laborales hoy deben inspirar, fomentar la colaboración y adaptarse al cambio. “La oficina de antes aislaba, la oficina de hoy integra y crea sinergia”, explicó. Por eso, las propuestas arquitectónicas integran tecnología, diseño estratégico y un enfoque en el bienestar del equipo.
Bonini trabajó con empresas de distintos tamaños y sectores, desde grandes corporaciones hasta startups en crecimiento. Para todas, el espacio físico es una declaración de identidad: mientras las grandes buscan consolidar legado e imagen, las más jóvenes priorizan flexibilidad y escalabilidad. “En ambos casos, el requerimiento común es: eficiencia, confort y un diseño que potencie el trabajo”, señaló.
Esta manera de pensar la arquitectura también transforma el enfoque de diseño y presupuesto. En lugar de ver el dinero disponible como una limitación, Bonini lo considera una variable creativa. Lo esencial es entender a fondo las necesidades del cliente, optimizar recursos y enfocar los esfuerzos donde se generará mayor impacto. “Proyectamos con una lógica que prioriza lo esencial”, afirmó, destacando que una buena obra no necesariamente implica grandes cifras, sino decisiones inteligentes.
Para Bonini, uno de los desafíos clave es cambiar la percepción de que la arquitectura es un lujo. Apuesta por educar y comunicar desde los gremios, las universidades y los medios sobre el valor de un buen diseño. “Lo que la gente en Paraguay no gasta en aislaciones térmicas, lo termina pagando en facturas de ANDE durante 20 años”, ejemplificó. La arquitectura, insiste, debe entenderse como una herramienta de bienestar, eficiencia y sostenibilidad.
Más allá de las modas pasajeras, su visión apunta a una arquitectura que proyecte desde lo local hacia el futuro, con identidad y propósito. Innovar no es copiar lo que se hace afuera, sino animarse a crear desde lo que somos. “Necesitamos proyectar con visión de futuro y con los pies en nuestra realidad. Solo así vamos a construir espacios que realmente transformen la vida de las personas”, concluyó.
A más de una década de la fundación de su estudio, Juan Bonini sigue apostando por una arquitectura que combina calidad, estrategia y sensibilidad. Una arquitectura al servicio de las personas, las empresas y las ciudades, capaz de dar respuestas inteligentes a los desafíos del presente y del mañana.