Según este experto, la exposición a sustancias tóxicas aumenta el riesgo de muerte prematura, intoxicación aguda, cáncer, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades respiratorias, efectos adversos en los sistemas inmunológico, endocrino y reproductivo, anomalías congénitas y secuelas en el desarrollo neurológico de por vida.
Afirma, además, que cada año se emiten o vierten cientos de millones de toneladas de sustancias tóxicas al aire, el agua y el suelo, y que la producción de sustancias químicas se duplicó entre 2000 y 2017. Para 2030 se volverá a duplicar, y se triplicará para el 2050.
Entre las formas de contaminación más conocidas citó a las que proceden de la extracción, el procesamiento, la distribución y la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Los combustibles fósiles son la principal materia prima de las industrias petroquímicas y del plástico.
La agricultura industrial contamina el aire, el agua, el suelo y la cadena alimentaria con plaguicidas, herbicidas, fertilizantes sintéticos y medicamentos peligrosos. Otras industrias tóxicas son la minería y la fundición, la industria manufacturera, el sector textil, la construcción y el transporte.
Uso sostenible de recursos
Según Naciones Unidas, las ciudades de América Latina consumirán hasta cuatro veces más sus recursos, si no se vuelven más sostenibles ya que si la población regional aumentase a 680 millones de personas en el año 2050, el consumo de material doméstico urbano podría aumentar hasta las 25 toneladas per cápita.
Este número se ubica muy por encima del rango de entre seis y siete toneladas per cápita que el estudio de la ONU Medioambiente considera sostenible. Para evitar esto, las ciudades de la región necesitarán impulsar una transformación sostenible que reduzca a la mitad el consumo de recursos tales como los combustibles fósiles, los minerales y los alimentos.
Una planificación urbana para lograr este objetivo se basa en medidas en cuatro ejes: transporte y movilidad sostenible, edificaciones eficientes, residuos, agua y saneamiento; y de esta manera reducir el consumo de recursos, los residuos, el daño ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Tomar conciencia de que el consumo impacta en el medioambiente, y este en la salud y bienestar, es elemental para optar por un estilo de vida más sostenible de cara al futuro.