“El año arrancó con mejores precios para el ganado en el campo, no hablo de la carne, sino del animal en pie”, explicó Apodaca. Según detalló, los valores mejoraron desde enero y, con algunas oscilaciones, se mantuvieron relativamente firmes hasta octubre y parte de noviembre. El cierre del año mostró una corrección, influida por el contexto cambiario, pero con un dato alentador: la reposición, el destete y la recría continúan con precios atractivos. “Eso es clave para que el productor pueda planificar y trabajar con mayor previsibilidad”, remarcó.
El clima fue otro factor determinante. Tras años de estrés hídrico y eventos extremos, 2025 permitió la recuperación de los campos y de los pastos, especialmente en los sistemas de cría. “El productor se sintió más tranquilo porque los campos se recompusieron y el ganado empezó a responder mejor”, señaló el dirigente. Ese alivio climático se tradujo en mejores condiciones productivas y en una menor presión sobre la estructura del hato.
En el plano institucional, la ARP también cerró un año intenso. Las 20 regionales del país realizaron sus asambleas, renovaron autoridades y fortalecieron su trabajo gremial. A esto se sumó una Expo Rural con resultados históricos. “Después de muchos años tuvimos récord de asistencia y de ingresos, lo que ayudó a ordenar nuestras finanzas”, destacó Apodaca, subrayando la importancia del evento como termómetro del sector.
Uno de los avances más relevantes de 2025 estuvo vinculado a la seguridad rural. Según datos manejados por la ARP, las denuncias por abigeato y la cantidad de animales robados se redujeron en torno al 50%. “El abigeato es un problema gravísimo y este año, con nuevos equipos y mayor coordinación, se lograron resultados muy importantes”, afirmó.
En materia sanitaria, el año también marcó un hito. Fue el primer año de implementación plena de la identificación individual bovina, un proceso desarrollado en el marco de una asociación público-privada entre la ARP, Fundasa y el Senacsa. “Se identificaron más de 2,7 millones de terneros; fue un trabajo enorme, pero exitoso”, subrayó Apodaca. A esto se sumó la finalización de las campañas de vacunación contra la fiebre aftosa y la brucelosis, además de muestreos sanitarios en distintos establecimientos.
El debate sobre el futuro de la vacunación contra la aftosa también atravesó el año. Apodaca aclaró que no existe una definición cerrada y que el tema se discute con responsabilidad entre el sector público y privado. “Hay propuestas de ambos lados y la prioridad es proteger el patrimonio sanitario del país. Ese debate se está dando con respeto y fundamentos técnicos”, sostuvo.
De cara a 2026, el gran desafío será reconstruir la base productiva de la ganadería: el hato. “La base de toda la producción es el ternero”, enfatizó Apodaca. Para ello, consideró imprescindible avanzar en biotecnología, genética y financiamiento adecuado. Sin embargo, fue cauto respecto a los plazos. “No es algo que se recupere en un año. Si hacemos bien las cosas, en tres o cuatro años podemos empezar a ver una recomposición real”, proyectó.
El dirigente también puso el foco en la región Occidental, donde la ganadería tiene margen para crecer. Mientras la agricultura y la forestación avanzaron con fuerza en la región Oriental, el Chaco aparece como el espacio natural para expandir la producción, siempre que se acompañe con inversiones en rutas, energía, logística y servicios básicos. “Cuando hay condiciones, el productor se pone a trabajar de inmediato”, afirmó.
Finalmente, Apodaca destacó el salto cualitativo en genética y el rol de las asociaciones de criadores. “Paraguay ya no es solo un productor de carne; también es un exportador de genética. El mundo reconoce la calidad del ganado paraguayo”, concluyó, señalando que ese capital será clave para sostener el crecimiento del sector en los próximos años.