Así lo señaló Mario Paz Castaing, exsenador de la Nación y analista en temas internacionales, quien advirtió que la reciente cumbre del Mercosur realizada en Foz de Iguazú “no fue una cumbre más”. A diferencia de encuentros anteriores, el bloque cerró sin un comunicado oficial consensuado, algo muy poco habitual en más de tres décadas de vigencia del Mercosur.
“Hubo desaires, gestos, protestas, discursos claramente distintos y hasta la ausencia de un comunicado final”, explicó Paz Castaing. Incluso la imagen institucional del bloque quedó debilitada ya que, apenas se logró una foto oficial, más asociada al paisaje de las Cataratas que a una señal de unidad política según el analista.
Las diferencias entre los mandatarios quedaron expuestas, especialmente entre el presidente argentino Javier Milei y su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, con posturas ideológicas y económicas cada vez más alejadas. En ese escenario, Paraguay hereda una presidencia cargada de tensiones internas y reclamos estructurales.
Uno de los puntos más sensibles es el estancado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, una negociación que acumula más de 26 años de idas y vueltas. Según el analista, existe una fecha tentativa —el 12 de enero— en la que el Consejo Europeo podría dar una señal favorable, coincidiendo con la asunción protocolar de Peña. Sin embargo, fue cauto: “Es una posibilidad, pero todavía improbable”.
Más allá de ese acuerdo, Paz Castaing sostuvo que el principal desafío de la presidencia paraguaya será encarar un debate de fondo sobre el rumbo del bloque. En ese sentido, recordó que Peña ya puso sobre la mesa un reclamo esencial como lo es la fuerte reducción del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem), que pasó de US$ 100 millones a apenas US$ 30 millones.
“Las asimetrías entre los países siguen siendo un obstáculo real para la integración”, afirmó. Para Paraguay, país mediterráneo y rodeado por dos grandes economías, estas desigualdades impactan directamente en su capacidad de inserción internacional.
Otro eje central será la necesidad de mayor flexibilidad comercial. Para el analista, el Mercosur sigue “encorsetado” en la idea de un mercado común que, en los hechos, no termina de funcionar. “Nos bloqueamos todos en busca de un objetivo que no existe. Lo razonable sería avanzar hacia una verdadera zona de libre comercio”, planteó.
En el plano geopolítico, Brasil deja una agenda marcada por una postura menos confrontativa hacia Venezuela y una defensa activa de su integridad territorial, en contraste con posiciones más duras que exigen una postura firme frente al deterioro democrático y humanitario del país caribeño. “El mundo de hoy reclama libertad y democracia, y ese debate también atraviesa al Mercosur”, señaló.
Respecto al tiempo, Paz Castaing fue realista, es corto (6 meses) y las presidencias son episódicas. Sin embargo, resaltó que lo importante será la voluntad política de los gobiernos para dejar la retórica y plasmar cambios concretos en documentos y decisiones.
“El Mercosur necesita funcionar mejor. Todavía no resolvimos temas básicos como la libre circulación de bienes y personas, y ese sigue siendo un déficit enorme”, concluyó.