¿Qué planes prevé para la Campro?
Lo principal en primera instancia considero que es mantener y nutrir la dinámica de la institución en lo que respecta a sus líneas de acción estratégicas, a sus objetivos inmediatos y a los procesos de trabajo que ya están en marcha. También quisiera continuar fomentando la cooperación con el Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (INAP), así como con otras instituciones del Estado, gremios y organizaciones de la sociedad civil.
Por otro lado, pienso que una cuestión fundamental es proyectarnos hacia afuera, exponer el pensamiento, el arte, la creatividad y las capacidades profesionales del audiovisual paraguayo. En este sentido, quisiera buscar fomentar el desarrollo de canales de comunicación que ayuden a difundir los contenidos de la producción audiovisual, tanto internamente como hacia el exterior.
Finalmente, me gustaría que la Campro lidere la organización de seminarios, workshops y master classes sobre desarrollo, financiamiento, producción, distribución y exportación de contenido audiovisual, en coordinación con el INAP, la Academia de Cine de Paraguay, la Federación de Industrias Creativas, universidades y otras organizaciones del sector.
¿Cómo observa la industria local actualmente?
Durante las últimas dos décadas hubo un cambio dramático en el espacio audiovisual local, tanto en la escala, la frecuencia y la cantidad de producciones como en los procesos de institucionalización del sector. Emprender, aprender, construir y crecer fueron siempre pilares del espacio audiovisual en Paraguay; está en su ADN el lanzarse a crear, a producir, a llevar adelante proyectos, históricamente con poco o nulo incentivo estatal. Esto nos fortaleció, nos dio carácter y nos hizo creer que podemos superar nuestros desafíos.
Esta actitud desde la sociedad civil fue fundamental para empujar, durante casi dos décadas, el proceso de análisis, diseño, lucha política, promulgación y reglamentación, en 2018, de la llamada Ley de Cine, que crea el INAP y el primer fondo de fomento para el sector. Ya de por sí el sector estaba generando movimiento económico, atrayendo incluso inversión extranjera, pero ahora con esta estructura de incentivos sabemos que el impacto en la economía será incluso mayor. Un estudio de Netflix y el BID que analiza el impacto económico de la industria audiovisual en Latam, estima que por cada US$ 10 gastados dentro de la industria, se generan entre US$ 6 y US$ 9 adicionales en la cadena de suministro.
¿Cuáles son los principales diálogos que considera que deberían tener como gremio junto al Estado?
Lo principal ahora es trabajar junto con el INAP -y con el soporte del MIC- para lograr que el Ministerio de Economía y Finanzas incluya en el presupuesto 2025 los fondos que le corresponden por ley al INAP. No solo sería un hecho histórico y fundamentalmente transformador para el sector, sino que además significaría el cumplimiento de una ley que ya está vigente desde hace casi seis años.
¿Cuáles son los dos desafíos más grandes que enfrenta?
Lograr que se haga efectiva la Ley de Cine, así como lograr dar continuidad al proceso de institucionalización y profesionalización del sector. Ambas son cuestiones absolutamente estratégicas en la consolidación de un ecosistema audiovisual que nos permita seguir creando, produciendo, atrayendo proyectos e inversiones del exterior, y llevando nuestros contenidos al mundo.