La importancia de la CSRD para los líderes empresariales es ineludible. Según la Encuesta Global de Inversores 2024 de PwC, más del 70% de los inversores esperan que las empresas integren la sostenibilidad en su estrategia corporativa. Aunque los detalles técnicos de la normativa aún evolucionan, principios fundamentales como la doble materialidad, que obliga a analizar tanto el impacto de la empresa en el entorno como del entorno en la empresa, se mantienen firmes.
En esta fase temprana, PwC revisó 250 declaraciones de sostenibilidad bajo CSRD, combinando inteligencia artificial y análisis experto. Más del 70% de las declaraciones analizadas provinieron de cinco países europeos, entre ellos Alemania, España y Países Bajos, donde la CSRD aún no ha sido transpuesta a ley nacional, lo que indica una aceptación voluntaria de los principios de la directiva, posiblemente como un medio para robustecer la toma de decisiones empresariales.
El estudio reveló que las empresas están en plena curva de aprendizaje respecto al nuevo régimen. Algunas informaron menos de diez impactos, riesgos y oportunidades (IROs), mientras que otras superaron los 120. Esta variabilidad no necesariamente refleja la calidad de los reportes, sino la diversidad de operaciones y sectores. Con el tiempo, se espera que surjan mejores prácticas que proporcionen mayor coherencia y profundidad.
Normativa CSRD
La normativa CSRD se basa en las Normas Europeas de Información sobre Sostenibilidad (ESRS), compuestas por diez estándares temáticos. Como era previsible, las áreas más reportadas fueron cambio climático, plantilla laboral y conducta empresarial. Solamente dos empresas, una de servicios y otra de software, no reportaron información climática, pero justificaron esta omisión según los requisitos de materialidad.
En contraste, temas como biodiversidad, contaminación, agua y comunidades afectadas fueron mucho menos abordados: sólo un 46%, 42%, 36% y 31% de las empresas, respectivamente, incluyeron estos temas en sus reportes. Especialmente llamativa fue la escasa cobertura de biodiversidad en sectores como tecnología, medios y telecomunicaciones (TMT), donde sólo el 9% de las empresas incluyó esta información.
Otro patrón surgió al analizar la información sobre salud y seguridad laboral: mientras más de la mitad de las empresas de consumo, energía, servicios públicos e industria reportaron sobre este tema, sólo el 9% de las compañías de servicios financieros lo hicieron. Este tipo de diferencias plantea preguntas importantes sobre cómo las empresas interpretan las normas de materialidad y hasta qué punto reflejan modelos de negocio atípicos o lagunas en la identificación de riesgos sociales relevantes.
Un punto central de la CSRD es la necesidad de conectar la sostenibilidad con el desempeño financiero. En general, las empresas reportaron más riesgos que oportunidades relacionadas con la sostenibilidad, en particular respecto al cambio climático y la transición energética. Sin embargo, muchas también destacaron oportunidades ligadas a nuevas demandas de los clientes, mayor conciencia ambiental y tecnológica.
En cuanto al impacto social, la CSRD exige considerar tanto impactos positivos como negativos en personas y el medio ambiente. El análisis reveló un 47% más de impactos negativos que positivos, con el sector de servicios financieros como la única excepción, reportando más impactos positivos.
Nuevamente, la falta de mención a impactos positivos en grandes empresas sugiere que todavía hay un camino de evolución en la manera en que las compañías entienden y comunican sus contribuciones sociales.
Además, se constató que muchos impactos sociales o ambientales son reportados sin vincularse a riesgos u oportunidades de negocio, lo cual podría generar inconsistencias entre reportes de sostenibilidad elaborados bajo diferentes marcos regulatorios, como el ISSB.
El cambio climático estuvo presente en casi todas las declaraciones analizadas. La mayoría de las empresas divulgaron más riesgos que oportunidades, reflejando la naturaleza crítica del desafío climático. Cerca del 70% reportó objetivos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI), aunque la proporción fue menor en sectores industriales y de servicios.
Respecto a los planes de transición climática, aproximadamente tres cuartas partes de las empresas los describieron, pero en los servicios financieros esta proporción fue menor, con muchas firmas aún en etapa de desarrollo de sus estrategias.
Las emisiones de Alcance 3, que incluyen emisiones indirectas asociadas a las cadenas de valor, también fueron reportadas mayoritariamente, con énfasis en viajes de negocios, actividades energéticas y bienes adquiridos. Sin embargo, patrones sectoriales marcaron diferencias significativas: en servicios financieros, tres de cada cuatro empresas informaron sobre inversiones financiadas, en comparación con apenas el 15% en salud.
La CSRD también exige a las empresas divulgar cualquier tema material no cubierto explícitamente por los diez estándares principales. Así, un 20% de las empresas reportaron información sobre ciberseguridad y protección de datos, reflejando el creciente interés de los inversores por este riesgo.
La inteligencia artificial fue abordada por un pequeño grupo (2%), la mayoría enfocándose en el uso responsable de la IA como una oportunidad y un impacto positivo en la sociedad, aunque algunas señalaron también riesgos asociados.
La innovación fue destacada por un 8% de las compañías, principalmente en términos de sostenibilidad de productos y beneficios sociales derivados de la I+D. Además, alrededor del 5% reportó información fiscal, evidenciando la creciente presión sobre las políticas tributarias responsables.