Entre los seis ejes de esta edición de la COP, se encuentra: transición energética; manejo sostenible de bosques, océanos y biodiversidad; transformación agrícola y de sistemas alimentarios; resiliencia urbana e infraestructura; desarrollo humano y social; y financiación climática.
Teniendo en cuenta estos ejes, Rodas consideró que lo más urgente para Paraguay son la transformación de los sistemas alimentarios y el manejo sostenible de los bosques. “El país depende fuertemente de la producción agropecuaria, que a su vez depende de la salud de sus bosques, pastizales, ríos y humedales. Hoy tenemos la oportunidad de impulsar una transición hacia una producción más sostenible y resiliente, que incorpore buenas prácticas ganaderas, uso responsable del suelo, restauración ecológica y gestión integrada del agua”, explicó.
El especialista subrayó que estos cambios no solo protegen la biodiversidad, también fortalecen la seguridad alimentaria, la economía rural y la capacidad de adaptación al cambio climático. Desde WWF, trabajan de la mano con productores, comunidades y autoridades en proyectos que demuestran que conservación y producción pueden avanzar juntas.
La COP30 también pone un énfasis particular en la justicia climática y la inclusión de actores no tradicionales, como comunidades indígenas y juventudes, un enfoque que Paraguay comenzó a incorporar, pero que todavía enfrenta desafíos. “Se dieron pasos importantes para fortalecer la participación de distintos sectores en la agenda climática, incluyendo mujeres, jóvenes y comunidades indígenas en procesos de consulta, educación ambiental y acción climática local. Sin embargo, el desafío es trasladar esa participación a la toma de decisiones y al acceso a los beneficios del financiamiento climático”, advirtió Rodas.
La justicia climática, recuerda que, reconocer que los impactos del cambio climático no afectan a todos por igual, y que quienes menos contribuyen suelen ser los más vulnerables. Por eso, WWF impulsa espacios de diálogo que combinan conocimiento científico con saberes tradicionales, con un enfoque de equidad, participación y sostenibilidad.
Esta edición de la COP se realiza en Belém do Pará, Brasil, y coincide con el décimo aniversario del Acuerdo de París, el tratado global que busca limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 °C. Sin embargo, las proyecciones actuales muestran que, incluso si se cumplieran todos los compromisos nacionales, el planeta se calentaría entre 2.3 y 2.5 °C para finales de siglo. Christiana Figueres, exsecretaria ejecutiva de la CMNUCC, advirtió recientemente que “vamos en la dirección correcta pero demasiado despacio”.
La conferencia se celebra en un contexto geopolítico complejo, con tensiones sobre multilateralismo y ausencias notables de líderes de economías contaminantes como India, Rusia y Estados Unidos. En contraste, China envió a su viceprimer ministro, Ding Xuexiang, para enfatizar la necesidad de que los países desarrollados lideren la acción climática y respeten los principios de justicia y equidad.
Días antes del inicio formal de la COP, cerca de 60 jefes de Estado participaron en la Cumbre de Líderes en Belém. Entre ellos, el secretario general de la ONU, António Guterres, criticó la incapacidad de los gobiernos para limitar el calentamiento a 1.5 °C, señalando que “están cautivos de los intereses de los combustibles fósiles”.
Uno de los grandes temas de la COP30 es la financiación climática. Brasil presentó el Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), un mecanismo de inversión permanente que busca recompensar a los países que gestionan de manera sostenible sus bosques. El objetivo es recaudar inicialmente 10.000 millones de dólares, dentro de un plan que aspira a movilizar hasta 125.000 millones.