¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Empecé a trabajar muy joven, y desde abajo, casi siempre en el área de recursos humanos o gestión de personas como ahora le llamamos. Mi primer empleo fue como auxiliar de auxiliares, realizando tareas operativas; sin embargo, fui haciendo poco a poco una carrera laboral pasando por varias posiciones en empresas nacionales y multinacionales. Fui auxiliar, analista, consultora, supervisora, jefa y gerente de recursos humanos, y terminé mi carrera como empleada dependiente siendo gerente general en una financiera.
En el 2001 formé mi propia empresa, Yoica, y ocho años después me dieron la representación de GPTW, una empresa multinacional que certifica y rankea a los mejores lugares para trabajar en más de 115 países en todo el mundo.
Siempre pienso y digo en las charlas que doy que gracias a la mirada y experiencia que tengo - desde tan diferentes perspectivas y lugares donde estuve-, me resulta fácil entender lo que se siente como jefe, como colaborador, como dueño de empresa, o como representante de una firma internacional, porque en algún momento de mi carrera, estuve o pasé por esa situación.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresaria?
Como en cualquier camino que lleva a alcanzar un sueño, siempre aparecen obstáculos de todo tipo, desde definir una visión y una estrategia clara para avanzar, desarrollar productos y servicios diferentes o competitivos, hasta encontrar la gente que te acompañará a lograrlo. Algunos obstáculos fueron desafíos más duros, como son siempre los relacionados con la gente, como cuando me tocó perder a personas por no tener sus valores alineados, o decepciones a la confianza demostrada, o cuando la competencia te copia lo que hacés, etc.
Pero hoy puedo ver con claridad que cada obstáculo en este camino de construir mi empresa fue un empujón involuntario para crecer, dar un salto, permitirme avanzar un nivel más. Hoy miro las crisis y dificultades con otros ojos, sin tanto miedo, sabiendo que están ahí sólo para enseñarme algo mejor, que quizás no aprendería estando bien.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresaria?
Mi mayor éxito es la gente que tengo conmigo, mi equipo de trabajo, no solo el de ahora, que es fantástico, sino también quienes formamos en Yoica, con nuestra metodología de trabajo y que hoy ocupan cargos gerenciales en otras empresas implementando grandes cambios culturales.
Otro éxito son nuestros clientes, sus resultados, poder ver los “before and after” que tuvieron después de haber pasado por nuestro acompañamiento. Me llena de orgullo y me anima a seguir transitando el camino.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro ahora?
Que no siempre las cosas saldrán como esperamos, pero ahí se encuentra el mayor aprendizaje y tesoro. Por eso nunca tenemos que desistir, ya que ahí está la victoria, en repetir hasta que salga. Eso lo aprendí cayendo y levantándome varias veces. Me hubiese gustado tener un mentor que me enseñe de antemano; los empresarios que están iniciando su camino deberían tenerlo, puede ser una persona que admires, o que haya logrado lo que estás buscando. Eso ahorra dolores y te acorta el camino.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Para mí no es un problema, ni tampoco un aliado. Nuestro país tiene muchas ventajas para trabajar y desarrollarse, porque hay mucho por hacer. Pero a la vez, muchas cosas podrían acelerarse o mejorar más rápidamente si el Estado se manejara de manera más transparente, efectiva y acorde a los tiempos modernos.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Entre las bondades y fortalezas del empresario paraguayo están que es tenaz, ingenioso, muy trabajador, persistente, tiene muchos recursos, sabe salir de los problemas, y hacer clientes. Nuestros defectos son que estamos muy encerrados en nuestro mundo, sin mirar y abrirnos a lo que pasa en el mundo, nos falta competitividad, más ambición de crecer y de trabajar permanentemente para ser los mejores en lo que hacemos, no solo en nuestro país, sino en la región y en el mundo. La mayoría nos conformamos con el éxito alcanzado; si nos va bien, ya está. Son los menos los que están dispuestos a dejar todo para jugar en las grandes ligas.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Siempre hay que estudiar, especializarse, actualizarse. Si uno tiene una formación profesional de negocios, quizás sea mucho mejor; estudiar, tomar cursos y especializarnos en lo que nos falta o necesitamos aprender para el negocio, ya que la mayoría de las veces en las universidades tenemos materias que solo son relleno. Hoy el conocimiento y la información cambian muy rápido, todo el tiempo tenemos que estar atentos a lo nuevo.
En mi caso, soy psicóloga con especialización en el área laboral, no tengo formación profesional en administración de empresas, ni en contabilidad; sin embargo, aprendí estudiando lo que necesitaba y aplicándolo en mis empresas y trabajos.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
El Juego Infinito y Empieza con el porqué, ambos de Simon Sinek.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Permanecer siempre cerca, involucrado en lo que pasa, conocer a los colaboradores como personas, generar vínculos reales o auténticos con ellos. La motivación se da cuando encontramos un motivo para la acción. Para mantenerlos motivados tenemos que conocer sus propósitos, sus motivos, qué los impulsa a trabajar y a dar lo mejor, y a partir de eso podemos inspirarlos y ayudarlos a llegar a lo que desean. Y esto nunca lo vamos a conseguir si los tratamos sólo como una transacción.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Tengo recursos internos y externos. Soy coach ontológico y aplico las herramientas que conozco primero conmigo, practico mindfulness, respiraciones, meditaciones, tengo rituales que no dejo, como, por ejemplo, almuerzo con mi familia todos los días, entreno en el gym todos los días, salgo y comparto con mis amigas, tengo lecturas que me hacen bien los fines de semana y otras actividades que me gustan, me alimento saludable y bien. Tengo una vida muy disciplinada en este aspecto.
De todas maneras, el estrés siempre está presente en mi vida, porque soy muy inquieta y permanentemente busco hacer muchas cosas. Sin embargo, con el tiempo aprendí a ser cada vez más consciente de cómo mi cuerpo me habla, y apenas siento los síntomas de que me estoy pasando de revoluciones, paro y me desconecto un rato para cargar energías y seguir de vuelta.