Riveros fue uno de los artistas seleccionados para participar en un proyecto impulsado por el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) con apoyo de la Itaipú Binacional, el Instituto Paraguayo de Artesanía, el Parque Tecnológico Itaipú - Paraguay (PTI-PY) cuya consigna fue transformar visualmente espacios públicos a través de intervenciones artísticas en buses del transporte público. “La convocatoria no fue sencilla. El proceso tuvo dos etapas: una primera de preselección donde debía presentar un portafolio de trabajos anteriores y una segunda, ya dentro del concurso propiamente dicho, que exigía una propuesta artística con gran carga conceptual y técnica” explicó Riveros.
Ese aprendizaje (entender y traducir necesidades en imágenes concretas) fue clave para afrontar el desafío del concurso del Ministerio. “Sabía que iba a ser complicado, porque los lineamientos eran muy específicos y también un poco complejos”, recordó. Pero decidió enfrentarlo como un reto posible.
El trabajo de Riveros para el proyecto no fue simplemente decorativo. Su ilustración fue el resultado de un proceso minucioso en el que se propuso aterrizar conceptos abstractos, “empecé a pensar en una idea, en una historia porque una historia me ayudaba a centrar todos esos conceptos como justamente en lo que terminé aterrizando, en los viajes que antes hacía con mi mamá, con mi hermana, del interior, o ya sea del interior hacia la capital o del interior hacia Ciudad del Este”, comentó.
Esos recuerdos se convirtieron en la base conceptual de su obra: el cambio urbano visto desde los ojos de la memoria, el contraste entre lo que fue y lo que es, la transformación cultural de los espacios.
Una vez definida la idea, vino el trabajo técnico. Riveros contó que el desarrollo completo del proyecto le llevó aproximadamente un mes y medio. Las primeras dos o tres semanas fueron de exploración conceptual; luego, dedicó otra semana a adaptar la obra a las dimensiones específicas de los buses; y finalmente, pasó una o dos semanas adicionales ajustando los detalles finales y preparando los archivos para impresión.
“La parte difícil fue pasar todo a vector”, señaló, ya que la obra debía ser técnicamente viable y compatible con el proceso de ploteado (impresión y pegado en los buses), por lo que el arte fue completamente digitalizado. “Uno de los requisitos era que todo esté listo para impresión, y la mejor forma era trabajar con vectores”, indicó.
También destaca el trabajo en equipo con los técnicos de la imprenta. “Teníamos un grupo de WhatsApp con la gente del ploterío, y se preocuparon mucho por maquillar los colores para que coincidieran con los verdes específicos que yo había puesto”, dijo.
La propuesta artística de Riveros no se detiene en una primera impresión. Él mismo cuenta que pensó su obra con una intención lúdica y de descubrimiento progresivo. “Tiene muchos detalles chiquititos para que, cuando estés al lado del bus, o lo veas desde un semáforo, siempre encuentres algo nuevo”, resaltó
Inspirado por los libros de “¿Dónde está Wally?”, Riveros quiso que cada vista del bus se convierta en una experiencia distinta. “No quería que sea un diseño simple que una vez que lo ves, ya lo viste todo. Quería algo que te llame de lejos, pero que te atrape más cuando te acercás”, destacó.