“Me di cuenta de que detrás de cada plato había una historia de esperanza, reinvención, inclusive de duelo y añoranza”, recordó Paul, y esa es precisamente la esencia de la iniciativa: reconocer a quienes aportan su cultura a través de la gastronomía y mostrar cómo esa diversidad también forma parte de Paraguay.
Aprender a mirar con empatía
Más allá de recetas e ingredientes, lo que más dejó esta aventura a Matheus fue la gratitud y la conexión humana. “Conocer la intimidad de tantas cocinas me enseñó que la comida es un acto de confianza y un lenguaje universal”, afirmó. Desde familias que empezaron de cero hasta emprendimientos nacidos en espacios diminutos, cada historia transmite resiliencia y creatividad. “Compartir en una mesa es un lenguaje común”, resumió.
A través de estas experiencias, descubrió un Paraguay generoso y abierto, “un país que no solo recibe migrantes, sino que los abraza y adopta sus sabores, integrándolos a la vida cotidiana sin perder su identidad propia”.
El proyecto tomó forma en un libro que recopila estas historias, pero para Paul, no es solo un registro gastronómico, sino un homenaje cultural y social. “Espero que este trabajo ayude a mirar la gastronomía con más conciencia, que detrás de cada plato hay una persona, una historia, un sacrificio”, explicó. Su aspiración es generar diálogo, empatía y entendimiento, recordando que la migración también construye país y que cada sabor cuenta una historia de vida.
Lo que viene
Cocina de Inmigrantes continúa su expansión. Actualmente, se está desarrollando un documental con relatos de los propios inmigrantes, y Paul planea una segunda edición del libro, incorporando nuevas historias y comunidades aún no contadas. Como él mismo dice: “Este lanzamiento no es un cierre, es apenas el comienzo de un proyecto que quiere seguir creciendo y llegando a más personas”, concluyó.