Esto ocurre a consecuencia de la tragedia aérea del vuelo ET 302 de Ethiopian Airlines, operado con un 737 MAX 8, que se desplomó el pasado domingo a los 6 minutos de despegar de Adís Abeba, Etiopía, dirigiéndose a Nairobi, Kenia. El accidente, que le costó la vida a los 149 pasajeros y 8 tripulantes a bordo, es el segundo para este tipo de avión de última generación. El 29 de octubre de 2018, otro 737 MAX 8 de Lion Air, con solo semanas de servicio, cayó al Mar de Java al partir desde Jakarta, Indonesia. En aquella ocasión, también falleció la totalidad de pasajeros y colaboradores de la compañía low cost asiática.
“En esta etapa temprana de la investigación, no se puede excluir que causas similares pueden haber contribuido a ambos eventos. La EASA considera que pueden ser necesarias acciones adicionales para garantizar la continuidad de la aeronavegabilidad del modelo afectado”.
El mencionado organismo aclara que será posible efectuar un único vuelo ferry (sin pasajeros) a los clientes, para devolver estos aviones a los aeropuertos en donde fijan base.
La psicosis colectiva ya genera multimillonarias pérdidas al constructor estadounidense en las diferentes bolsas de valores del mundo. Ni hablar de los costos que representará para las aerolíneas mantenerlos en tierra.
Fuente: Aeronáutica Paraguay