El trabajo fue desarrollado como parte de su maestría en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, gracias a una beca otorgada por BECAL y con apoyo institucional del IPTA. Además, la investigación se inserta dentro de un proyecto financiado por el Ministerio de Agricultura de España, conocido como “Leche A2”.
“El estudio demostró que la tecnología MIR (espectroscopía del infrarrojo medio), que ya se encuentra presente en la mayoría de los laboratorios y plantas lácteas, puede ser utilizada para diferenciar la leche A1 de la A2, sin recurrir a análisis genéticos”, explicó Chirife a InfoNegocios. Esta tecnología analiza la estructura química de la leche a través del contacto con la luz infrarroja, permitiendo su clasificación mediante modelos matemáticos.
¿Qué diferencia hay entre leche A1 y A2?
Ambos tipos de leche son aptos para el consumo humano, pero se distinguen por su composición de beta caseína, una proteína presente en la leche. La A1, común en la mayoría de las vacas, libera durante la digestión una sustancia llamada beta-casomorfina, que en algunas personas puede generar malestares digestivos. La A2, en cambio, no genera esa liberación, lo que la convierte en una alternativa más amigable para consumidores sensibles, aunque no se trata de una solución para la intolerancia a la lactosa.
“El objetivo es que las industrias puedan usar esta tecnología que ya poseen para agregar valor al producto, clasificando la leche sin invertir en procesos genéticos costosos”, detalló Chirife. Hasta el momento, la identificación entre ambos tipos solo era posible mediante análisis genéticos, lo que limitaba su adopción a gran escala. Con esta innovación, la industria local podría tener acceso a una herramienta más económica y eficiente.
“En Paraguay, las industrias ya cuentan con equipos de espectroscopía infrarroja, solo que se usan para detectar grasa, proteína u otros parámetros. El desafío ahora es adaptar los modelos matemáticos a las características de nuestra leche local”, indicó la investigadora.
El estudio fue realizado en colaboración con tres profesionales de Barcelona y forma parte de una tendencia creciente de innovación abierta, donde centros de investigación internacionales y locales trabajan de manera conjunta. La publicación científica se concretó el 15 de julio pasado, aunque los resultados ya habían sido defendidos en julio de 2024 como parte de su trabajo final de máster.
Desde el IPTA valoran este tipo de logros como parte de una estrategia de fortalecimiento institucional, con investigadores que no solo participan en estudios científicos, sino que también generan conocimiento aplicable al sector productivo. Para Chirife, la posibilidad de transferir esta tecnología al ámbito local sería el próximo paso: “Nuestro objetivo es validar estos resultados con leche paraguaya y abrir el camino para que la industria pueda usar esta herramienta como diferencial en el mercado”.