Dada la obligatoriedad del uso de mascarillas para la mayoría de la población surgió un problema imprevisto: su disposición final inadecuada. Durante el último año la producción de mascarillas descartables prácticamente igualó en escala a la fabricación de botellas de plástico, que sería de 43.000 millones por mes. Aunque a diferencia de este último no hay guías oficiales que indiquen el reciclaje de las mascarillas, que terminan entre los desechos sólidos.
Por este motivo, los investigadores Elvis Genbo Xu (toxicólogo ambiental) de la Universidad del Sur de Dinamarca y Zhiyong Jason Ren (catedrático de ingeniería civil y ambiental) de la Universidad de Princeton afirmaron en el periódico científico Frontiers of Environmental Science & Engineering que “con el incremento de reportes de la inadecuada disposición de mascarillas, es urgente reconocer esta potencial amenaza ambiental y prevenir de que se convierta en el próximo problema plástico”.
El problema con las mascarillas descartables, que pueden demorar entre 300 y 400 años en degradarse, es que una vez que terminan en el medio ambiente pueden generar micro partículas (más pequeñas que 5 mm) en un periodo de tiempo relativamente corto, estiman semanas y más allá, fragmentarse en nanopartículas más pequeñas que un micrómetro.
Y el problema no solo radica en las mascarillas, puesto que las Naciones Unidas señaló en un comunicado, que el incremento del uso de equipos de protección desechable como guantes y otros afecta potencialmente la lucha contra la contaminación marítima.
“La polución plástica ya era una de las grandes amenazas para nuestro planeta antes del brote de coronavirus”, dijo Pamela Coke-Hamilton, directora de comercio internacional de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Para tener una idea, la venta mundial de tapabocas en 2019 era de US$ 800 millones mientras que durante el 2020 habría alcanzado los US$ 166.000 millones
Si no se encuentran alternativas para su disposición final, estiman que el 75% de las mascarillas usadas y otros artículos usados en el marco de la pandemia terminarán en vertederos o flotando en el océano. Y de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente esto supondría un coste de más de US$ 40.000 millones para sectores como el turismo y la pesca. Por otro lado, la quema al aire libre o incineración de estos productos derivaría en la liberación de toxinas en el medio ambiente y la transmisión secundaria de enfermedades a los seres humanos.
Ante esta problemática, las Naciones Unidas considera la gestión de los residuos como un servicio público esencial, puesto que la manipulación segura y la eliminación final de estos residuos es un elemento vital para una respuesta de emergencia eficaz. Así también impulsar una alianza mundial para el desarrollo de políticas comerciales e impulsar alternativas respetuosas con el planeta y el empleo.