El conversatorio “Transformación del sistema agroalimentario para fortalecer el desarrollo sostenible en un escenario post pandemia”, reunió a Marcelo González, viceministro de Ganadería del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG); Julio Berdegué, representante regional de la FAO; y Manuel Ferreira, exministro de Hacienda y economista, así como otros invitados especiales.
“Lo que logró la agricultura de Paraguay y la mayor parte de América Latina y el Caribe durante la pandemia es heroico”, expresó Berdegué, refiriéndose al gran esfuerzo del sector agrícola que garantizó la disponibilidad de alimentos suficientes y de calidad durante todo el período del confinamiento. Mientras que el representante de la FAO señaló que la transformación de los sistemas agroalimentarios y de la agricultura está ocurriendo de forma vertiginosa en todo el mundo, “desde la finca hasta la mesa de los consumidores”.
Berdegué destacó que esta transformación viene acompañada de tres desafíos principales: el primero, el cambio de la demanda hacia alimentos más frescos y saludables, considerando además que de aquí a 2050 el mundo tendrá que aumentar en 50% la oferta de alimentos; segundo, cambios tecnológicos, lo que implica una revolución científica, biológica y digital de la información y comunicación; y tercero, el cambio climático que afecta los rendimientos y aumenta los costos produciendo sequías e inundaciones que afectan profundamente a Paraguay y al mundo.
El vocero de la organización resaltó que, si bien la agricultura sufre a causa del cambio climático, al mismo tiempo es una de sus causas, ya que el uso de suelo contribuye un 42% al impacto de los gases del efecto invernadero. “Estamos avanzando hacia una transformación inevitable. Para crear sistemas agroalimentarios más eficientes y sostenibles hay que invertir más en bienes y servicios públicos, investigación, desarrollo e innovación y menos en subsidios directos o transferencias directas a productores”, reflexionó.
Por su parte, Manuel Ferreira comentó que la pandemia generó grandes cambios en las preferencias de la población: mayor valoración de gastos básicos (salud y alimentos), mayor valoración del ahorro por encima del consumo, y fobia social.
El especialista subrayó que Paraguay tomó la posición de generar un impacto fiscal importante a partir de la aparición del coronavirus. Destacó que la Ley de Emergencia, centrada en diferir el gasto de empresas y personas de manera que el impacto sea más limitado, tuvo el objetivo de generar una respuesta de subsidios directos a las personas con mayores necesidades, y al mismo tiempo, invertir en sectores vinculados a la pandemia, como el caso de la salud.
Ferreira evidenció que en este 2020 Paraguay no solo se enfrentó a un problema de pandemia, sino también a otros conflictos como la sequía, que impactó sobre todo en el sector ganadero, y la bajante de los ríos que -a su vez- impactó de manera significativa en el comercio internacional.
El economista indicó que la población urbana fue la más afectada (41%) en términos de inconvenientes para conseguir trabajo, al tiempo que el empleo creció a nivel rural, destacando que Paraguay sigue teniendo alrededor del 38% de su población en el campo y que el periodo de cuarentena e inmovilidad no afectó al sector agrícola. “Este sector fue uno de los que generó mayor cantidad de productos disponibles para la población en general. Paraguay no solo lo hizo para el país, sino que también generó esta oferta exportable muy importante”, expuso.
Para el exministro, el campo actuó como un espacio de protección social que complementó la tarea que el Estado realizó a través de diversos programas creados en el marco de la Ley de Emergencia, como Pytyvõ -que significa “ayuda” en español-. “El programa alcanzó unos US$ 750 millones, un 2% del Producto Interno Bruto de Paraguay, número importante para el país y que llegó a una gran cantidad de gente”, declaró.
La necesidad de buenas prácticas
“Es necesario trabajar en la transferencia de conocimientos, insertar procesos de modernización, capacitación permanente, uso de ciencia, tecnología, facilitación de la comercialización de pequeños productores y herramientas financieras adecuadas para el capital operativo e inversiones. Si logramos armonizar estas políticas con las nuevas demandas, seguiremos siendo competitivos, eficientes y ofreciendo alimentos inocuos para Paraguay y el mundo”, agregó Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción (UGP).
Para finalizar, Jorge Meza, representante de la FAO en Paraguay, acentuó que la tarea de transformar el sistema agroalimentario es necesaria y urgente, pero que conlleva una gran decisión política y el compromiso de todos los actores, agricultores, sector privado, consumidores y demás involucrados en la cadena.