-¿Podríamos decir que la corrupción pública real representa el 3,9% del producto?
-Esta es una aproximación que considera los gastos de la administración central, pero seguramente el costo de la ineficiencia es mayor. El 42% de nuestra economía es informal y en este sector también existe corrupción, aparte de que los municipios y gobernaciones no rinden el uso de los royalties.
-Este dato sobre la ineficiencia ya lo habíamos visto en el 2019, ¿avanzamos en algo?
A partir de la publicación del BID el Gobierno convocó al organismo por primera vez para integrar una comisión que busque ajustar la ineficiencia. En relación a la inversión pública en América Latina, eso aplica también para Paraguay, hay una pérdida que va entre el 10% a 33% de cualquier inversión por mala gestión. Cuando se formó la comisión se empezó a hablar de la Ley de Compras Públicas y otras acciones que hoy están pendientes de implementar para disminuir la corrupción.
Hay ciertos avances, pero lo que pasa es que el proyecto de la reforma del Estado está siendo evaluado aún por el Ministerio de Hacienda. Aquí tenemos la reforma de las compras públicas, el presupuesto por resultados y otras iniciativas que requieren de más celeridad, ya que con la pandemia el proceso quedó trabado.
-¿Existe algún tipo de recomendación de multilaterales sobre la reducción de corrupción? ¿Hay un porcentaje de reducción anual?
-Un país como el nuestro malgasta entre 10% a 33% cuando ejecuta una inversión pública. Si es que logramos reducir la ineficiencia por debajo del 10% sería una genialidad, lo que pasa es que hay que buscar cómo medir las reducciones de forma consistente. Hay que buscar por dónde empezar, si nos concentramos primero, en las transferencias, mejorando las auditorías, profesionalizando las licitaciones, reduciendo las compras directas, etc. Paraguay tiene que crear un diseño institucional para reducir la corrupción pública.
-Al margen de la coyuntura actual, en que la falta de insumos detonó el descontento social, ¿Podríamos decir que Paraguay intenta respetar recomendaciones internacionales?
-Yo fui analista de Standard & Poor y mucho tiempo estudié a Paraguay en Brasil. Te puedo decir que tenemos una debilidad institucional muy fuerte, principalmente en los procesos de financiamiento. En el caso de Chile, por nombrar, una emisión de deuda se hace de forma automática y no se politiza como acá. Esto ocurre porque ellos cuentan con todo un sistema de monitoreo mientras que nosotros aún no llegamos a crear un mecanismo sofisticado que impida la politización del proceso de endeudamiento público.
El desfasaje que tenemos en algunos aspectos se da porque la ciudadanía no confía en las instituciones. Por otro lado, la macro estable de Paraguay es fruto de reformas acertadas, por ende, deberíamos continuar con ese camino. La cuestión está en ver en cuánto tiempo logramos mejorar la eficiencia porque con el paso del tiempo las demandas seguirán siendo mayores.
-Y actualmente estamos en un momento en el que se demanda mejor control y celeridad
-Por supuesto, fíjate que en Paraguay el liderazgo de la pandemia lo tomaron Hacienda y el Banco Central, cuando en otros países fueron otras instituciones las que tomaron la posta. Esto pasa porque las demás carteras no están al mismo nivel que las que cité, principalmente Educación y Salud, que son claves para el contexto pero demostraron que no tienen capacidad de gestión.
-¿Nuestro nivel de ineficiencia se acrecentó al darle más presupuesto a algunos ministerios mediante la Ley de Emergencia?
-El BID había publicado que el 25% de los presupuestos en salud pública son perdidos por “mala gestión” o por corrupción. Imaginate lo que esto significa, al Ministerio de Salud en el 2020 se le aumentó significativamente su presupuesto y se le solicitó ejecutar los recursos rápidamente. Con el índice de mala gestión que tenía, los mecanismos de control se ahogaron y por eso no se tuvo la capacidad de lidiar con la crisis.