Aparte del Chaco, los departamentos de Amambay, Concepción, San Pedro y Canindeyú también sufren incendios, al menos en mayor medida que en otros departamentos en los que se practican también técnicas de quema para las actividades agropecuarias. En total, Paraguay registra 2.094 focos de fuego.
En nuestro país, la Ley 4.014 prohíbe la quema no controlada de cualquier tipo de vegetación y establece mecanismos para prevenir y controlar los incendios rurales. La aplicación de la norma está a cargo de las municipalidades y su violación está penada con multa de entre 100 a 2.000 jornales mínimos. Sin embargo, esto parece no ser respetado, tampoco existe una reacción por parte de los organismos públicos para imponer el peso de la ley.
Óscar Rodas, director de Cambio Climático de la WWF, se refirió al tema como “una consecuencia del modelo productivo que rige en Paraguay y en la región, teniendo en cuenta que Brasil y Bolivia también están sufriendo enormes incendios. Hay que erradicar la utilización del fuego en las prácticas forestales", dijo Rodas, quien recalcó que en los casos paraguayos y brasileños las legislaciones no constituyen el problema de la tragedia ecológica, más bien, “el causal está vinculado a la voluntad política de los gobernantes”.
“Si el propietario de una finca tiene una vegetación que genera riesgo para su producción debe solicitar a las autoridades la quema preventiva”, señaló Rodas.
Para entender más, los productores agroganaderos usan el fuego como herramienta para renovar el pastizal, pero no se puede quemar escolleras ¿Qué quiere decir eso? En pocas palabras, las escolleras son árboles apilados que se talaron del monte para la expansión agroganadera. Deben permanecer en el lugar hasta que se degraden, pero en muchos casos se viola la norma para hacer más espacio operativo. Para Rodas, la salida más eficaz es renovar los pastos con la carga animal (dejar que los animales adecuen la zona en la que van a mantenerse) y dejar de practicar la quema controlada.
Por otra parte, la alimentación del ganado también puede darse mediante una dieta de granos combinados con pasturas, en el caso de que los productores no quieran bajar sus resultados, pero esto requiere una visión sostenible, aparte de que los granos también tienen un trasfondo productivo detrás, que en mayor medida no es amable con su entorno social y con el medioambiente, según Rodas. “Lo terrible es cuando los productores combinan el uso de granos y queman para ampliar sus pastizales, hay ejemplos en la zona de Agua Dulce, donde no trabajan dentro de la reserva de biosfera, y en esa localidad hay bosques muy vulnerables a los incendios naturales y las personas no recurren a la técnica de quemo”, apuntó Rodas.
Incentivos
Al margen de las restricciones, Paraguay cuenta con la Ley N°3.001 de Servicios Ambientales regulada por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) que retribuye a los propietarios de tierras que preserven una hectárea de bosque dentro de su finca. El dueño obtiene un certificado que le permite hacer un canje para exonerar parte de sus obligaciones impositivas, siempre y cuando el Mades haya realizado la verificación de los bosques preservados.
No obstante, Rodas manifestó que esta ley se vuelve impracticable ante la naturaleza recaudatoria del Ministerio de Hacienda, por lo que hay que buscar otras maneras de incentivar a los productores. Según Óscar, la versión original de la ley establecía que el Estado podría ser un respaldo para las empresas que quieran cotizar en la bolsa de valores, pero no prosperó.
Para Rodas, parece que todas las legislaciones relacionadas a la preservación de recursos no están dando resultados, aunque tampoco es una coincidencia al observar que Paraguay no creó aún un Código Ambiental, por lo que es posible que las normas no mantengan consistencia entre sí.
Pérdidas económicas
El economista de la WWF Paraguay, Fernando Díaz de Vivar, habló sobre el impacto económico de esta serie de incendios, que se suman a la lista de contras que tuvo Paraguay con las sequías y el mal momento de Argentina y Brasil. En primer lugar, Fernando estimó que los propietarios del 25% de las zonas incendiadas del Chaco están costeando por fuera de su planificación inicial las consecuencias y que en líneas generales la mayoría de los productores sufrieron grandes daños materiales (infraestructura, pastura y animales), que no se suplen ni con el ahorro que en casos puntuales podrían haberse generado con los incendios forestales en lo que respecta a la limpieza de pasturas.
En referencia a la visión comercial, Fernando argumentó que la percepción de nuestros compradores es mala y nos igualan a Brasil, que es un país en observación por no tener una posición comprometida con el medioambiente. “Podríamos diferenciarnos y enviar señales políticas sobre el descontrol de los incendios para generar una imagen positiva”, recomendó. También adelantó que el Mercosur y la región están en riesgo, mucho más estando en puertas de la consolidación del acuerdo con la Unión Europea.
Por último, advirtió que los productores del Chaco seguirán perdiendo dinero porque el microclima creado por los incendios repercutirá en otros problemas para el desarrollo de la actividad agropecuaria.