En aquellos años, su abuela comenzó a fabricar muñecas de papel maché, un producto artesanal que rápidamente ganó fama en la zona. Tanto así, que eran conocidos como "Los Muñequeros de Areguá". Un día, un cliente proveniente de Asunción les pidió reproducir esas muñecas, pero a tamaño real. Fue entonces cuando su abuelo, hábil con las manos, decidió tomar como molde el cuerpo de su propia esposa.
“En el proceso de elaboración, pasó algo simpático, mi abuelo se olvidó de mi abuela y se endureció, el yeso, ella se empezó a contraer y las pajitas que le puso en la nariz para poder respirar se empezaron a cerrar. Mi abuela casi se asfixia ahí, pero obviamente después sale el molde y de eso quitan el primer maniquí, que era de papel maché también, del molde del cuerpo de mi abuela”, relató Federico.
Con el tiempo, la producción se perfeccionó. Del papel maché pasaron a fabricar maniquíes de yeso, elaborados con moldes de cemento hechos por ellos mismos. Estos modelos eran más resistentes, pero pesados. La verdadera revolución llegó con la segunda generación, cuando el padre de Federico incorporó la fibra de vidrio y la resina. Este cambio permitió obtener maniquíes más livianos, estilizados, fáciles de reparar y de menor costo de producción, lo que consolidó a la fábrica como referente nacional.
Hoy la empresa se adentra en una nueva etapa tecnológica con la incorporación de impresoras 3D. Esta herramienta permite a los clientes personalizar por completo sus maniquíes: desde el color y la posición de brazos y manos, hasta el diseño exacto del rostro y el cuerpo.
"Queremos que cada cliente pueda diseñar su maniquí en una pantalla digital, imprimirlo, crear el molde y reproducirlo tal cual lo imaginó", afirmó.
Stampf abastece actualmente a todo el territorio paraguayo, con envíos diarios al Chaco, Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este y otros puntos, aunque el mayor volumen de demanda proviene del departamento Central. Sus principales clientes son shoppings y grandes marcas, incluidas firmas internacionales que les envían modelos de maniquíes para reproducir con precisión, cumpliendo así con los estándares globales de visual merchandising.
“Empezamos una producción para estoquearnos y a mitad de línea ya se venden. Casi el 100% de nuestra fabricación es sobre pedido”, comentó Federico. Un maniquí estándar de cuerpo completo para adulto cuesta actualmente G. 2.350.000, aunque en el pasado el precio rondaba G.1.300.000. Un modelo restaurado hoy se revende entre G. 1.800.000 y 1.900.000.
La línea se divide en dos segmentos: los maniquíes estándar, destinados a prendas casuales, y los de alta costura, diseñados exclusivamente para colecciones de moda premium, cuyo precio es superior debido a su elaboración especializada.
La empresa proyecta convertirse en la primera exportadora paraguaya de maniquíes, llevando su trabajo al mercado internacional. Además, planea crear un museo en la recepción de la fábrica para preservar y exhibir la historia familiar: desde las primeras muñecas de papel maché hasta los actuales. “Queremos dejar un legado importante y contar la historia de dos extranjeros que comenzaron un rubro desconocido en la moda paraguaya”, resaltó.
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