En el mundo comercial de hoy, las empresas ya no pueden hacer todo por sí solas. Para desarrollar eficientemente su giro y al mismo tiempo maximizar las ganancias, deben vincularse con terceros, como empleados y colaboradores, contratados, proveedores, distribuidores, clientes, inversores y otros, mediante relaciones contractuales de distinta naturaleza y alcance. Sin embargo, ante el incremento de las exigencias legales y regulatorias, estos vínculos son susceptibles de materializar un importante factor de riesgo que puede causar serios perjuicios a la empresa que contrata con un tercero que por ejemplo actúa para o en nombre de la misma, como un empleado, un prestador de servicios, un proveedor o un vendedor, alguien que se asocia con ésta efectuando inversiones, o distribuyendo sus productos o servicios, que necesita ser debidamente gestionado a efectos de evitar ello.
Así, ante el incremento de conductas inadecuadas carentes de ética por terceros inescrupulosos en el mundo comercial, toda empresa que se precie de conducir sus negocios conforme a las exigencias legales y éticas aplicables a los mismos debe tomar medidas adecuadas para asegurar que los terceros con los que se vincula hagan lo propio, tanto como que las relaciones con éstos se conduzcan con integridad, les ayuden a alcanzar sus objetivos y no las salpiquen con actividades o conductas susceptibles de perjudicar su operación e incluso su propia existencia. Efectuar un due diligence de integridad antes de vincularse con terceros puede ayudarle a esto. Aquí le contamos por qué.
¿Qué es un due diligence de integridad?
En términos generales, un due diligence o debida diligencia es el proceso que como parte de sus criterios para la toma de decisiones, permite a las empresas identificar, prevenir y atenuar los impactos negativos, reales o potenciales de sus actividades, así como informar de la manera en que abordan estos impactos.
Por su parte, un due diligence de integridad o reputacional busca determinar la integridad ética y la reputación de un tercero con quien una empresa va a relacionarse, como empleados y colaboradores, contratados, proveedores, distribuidores, clientes, inversores y otros, antes de iniciar la relación. Analiza la existencia de posibles riesgos ocultos, como podrían ser relaciones comerciales inapropiadas, referencias negativas en prensa, conexiones políticas, relaciones controvertidas, directivos con mala reputación, implicaciones en casos de fraude o corrupción, sanciones de autoridades, litigios, deudas y otros. En pocas palabras, se trata de “conocer a los compañeros de viaje”, buscando anticiparse y evitar o reducir el impacto que los potenciales riesgos citados podrían tener sobre la reputación de la empresa principal.
Así, el due diligence de integridad comprende la búsqueda y análisis de antecedentes de los terceros que se relacionarán con la empresa, proporcionados voluntariamente a pedido de ésta, pidiendo informes de fuentes oficiales, como la Dirección General de los Registros Públicos, la Policía, el Poder Judicial, o de fuentes privadas, como informes de burós de crédito, que hoy conforme a la Ley 6.534/20 requieren de autorización expresa del involucrado para obtenerse, e incluso información obtenida de fuentes abiertas mediante búsquedas en Internet.
Al mismo tiempo, el análisis tradicional de la información obtenida se complementa con consultas a expertos sectoriales, analistas financieros y otras fuentes, que aportan un conocimiento especializado de diferentes industrias y zonas geográficas y que, a su vez, mantienen una red de contactos variada.
Pero tan importante o más que conseguir la información sobre el tercero involucrado es tratarla adecuadamente: depurarla, separando el grano de la paja en un contexto interferido por las fake news; objetivarla en función de los emisores de los mensajes; analizarla integralmente; cruzarla, tratar de corroborarla y llegar a conclusiones que puedan ayudar a la empresa a tomar una decisión apropiada sobre los riesgos de la vinculación con el tercero involucrado. Además, hay que adaptar el análisis a la sensibilidad de la empresa principal. Por ejemplo, las grandes multinacionales suelen ser muy sensibles ante los riesgos derivados de la participación en el Directorio de personas expuestas políticamente (PEP).
También hay que prestar mucha atención a lo que pasa en el entorno en que se desenvuelven tanto la empresa interesada en la contratación como el tercero involucrado en la evaluación, teniendo en cuenta los eventuales factores de riesgo susceptibles de afectar negativamente sobre la primera.
¿Por qué hacer un due diligence de integridad antes de relacionarse con terceros?
La integridad empresarial o corporativa se materializa con el cumplimiento por una empresa de las leyes y normas aplicables a su giro, tanto como la conducción del mismo según prácticas éticas. Por su parte, la reputación corporativa se refiere a la opinión, consideración, prestigio o estima que tienen sobre una empresa sus partes interesadas o stakeholders, como accionistas, colaboradores, clientes, autoridades y el público en general. Lo que una empresa y su gente hace y dice, y lo que otros dicen sobre la empresa moldean constantemente su reputación corporativa, o sea la percepción que los diversos stakeholders tienen sobre la misma.
Actualmente es clave para toda empresa ganarse la confianza de sus stakeholders asociando su nombre con valores como seguridad, sostenibilidad, bienestar, integridad, responsabilidad social y autenticidad. A su vez, de vincularse con terceros inescrupulosos que no conducen sus actividades conforme a los más altos parámetros éticos, de actuar éstos para ella o en su nombre, los efectos de dichas conductas pueden extendérseles, resultando en posibles sanciones tanto para la empresa como para sus directivos.
De esta forma, llevar a cabo un buen due diligence de integridad antes de vincularse con cualquier tercero, como empleados y colaboradores, contratados, proveedores, distribuidores, clientes, inversores y otros permite a toda empresa tomar decisiones ágiles e informadas, al contar con información confiable y actualizada e identificar, prevenir y eventualmente atenuar la incidencia de los impactos negativos reales o potenciales que las actividades de los mismos pueden tener sobre la empresa. A su vez, puede ayudarle a ganarse y fortalecer el apoyo y preferencia de sus stakeholders, destacar frente a la competencia, mejorar su rendimiento y trascender las crisis.